lunes, 7 de noviembre de 2011

catálogo 12




















El cocodrilo Venado-cósmico se sienta en el cielo.
Acrílico sobre macicel
123 X 120.

Sobre el Cocodrilo Venado-Cósmico



Cuando los investigadores estudian los códices mayas, o algunas de las inscripciones del periodo clásico maya, sueles encontrase con un personaje por demás interesante y que parece jugar un papel fundamental en las historias fundacionales de muchos de los linajes de dicho periodo. Nos referimos al conocido como Cocodrilo Venado-estelar o cósmico, que es un ser primigenio que navega en el mar existente antes del mundo.
Según los investigadores, el cocodrilo venado-cósmico es una representación del cielo del inframundo, el firmamento nocturno o un símbolo de la noche. En la opinión de David Stuart, uno de los principales epigrafistas de la actualidad, el cocodrilo venado-cósmico, es una variación o aspecto del "monstruo celeste" o serpiente cósmica.
Es posible ver, en diversos monumentos del periodo Clásico, a las dos cabezas que conforman este ser (la correspondiente al llamado cocodrilo y, la posterior que ilustra al Venado-cósmico que, curiosamente, parece encontrase en el proceso de ser eyectado fuera del cuerpo del saurio), estén vomitando un líquido torrencial que puede estar decorado con motivos acuáticos tales como conchas, piedras de jade, pequeños huesos, hileras de puntos, signos de completamiento y logogramas de K´an y Yax, estos últimos, vinculados al simbolismo de la sangre.
De tal manera que este ser, no sólo está plasmado como un símbolo de destrucción (del diluvio, en el códice Dresden), sino también como parte de la renovación cósmica, pues al parecer el dios GI (Itzamna, uno de los dioses tutelares de la famosa triada d ePalenque), es el encargado de su desmembramiento para que, con su cuerpo, entonces formar tanto el cielo como la tierra, en la que el primero de ellos es ocupado por el venado-cósmico y el segundo por el cocodrilo propiamente dicho.
Hay un ejemplo interesante de ello que se encuentra en la plataforma del Templo XIX de Pelenque, que alude a un proceso de destrucción , creación, renovación del universo que inició con la decapitación de este ser celeste en una fecha sacrifical 1 Etz´nab, lo que a su vez provocó un diluvio de sangre. Puede consultarse el importantísimo trabajo de David Stuart, "Comentarios sobre las inscripciones del Templo XIX de Palenque", para abundar sobre este tema.
Por último, según Erik Velázquez García, investigador del Instituto de investigaciones Estéticas de la UNAM, la decapitación de este personaje, es también, al mismo tiempo, el motor de la creación presente, pues al decapitar al caimán celeste, fue posible la construcción de un nuevo mundo.