miércoles, 28 de junio de 2017

La piscina

Palabra de lector 42

A diferencia de nuestra anterior entrega, hoy nos enfocamos en la reseña de un pequeño texto, de la pluma de Yoko Ogawa, escrito con maestría.
Se trata de un relato construido en su mayoría por la introspección del personaje principal, quien va llevando la narración a partir de sus propias reflexiones. 
El breve relato gira en torno a una piscina de entrenamiento de clavados, el clavadista y el observador. Y una adolescente que comienza a sentir una serie de sensaciones inexplicables, pero que resultan placenteras.
Sin embargo, el placer no sólo se hace patente a través de la observación y el deseo del cuerpo del joven clavadista, Jun; sino que hay otras formas que todos llegamos a percibir en algún momento y que suelen ser las que nos marcan.
En algún momento de este texto intimista, nuestro personaje, la joven Aya, reflexiona: “Me parece extraño que Jun fuera tan bueno, a pesar de que su verdadero padre había desaparecido al nacer él y su madre alcohólica lo había abandonado. Deseaba intensamente sumergir mi cuerpo en el agua de la fuente que hay en lo más profundo de su ternura, que él me limpiara el cuerpo con el algodón de su ternura”.
Así, la obra llevará al lector a un vaivén violento de los sentimientos encontrados de una adolescente que se siente desgraciada, sola y abandonada por sus padres, y cuyo único placer es espiar todos los días el entrenamiento del joven clavadista, con el que comparte muchas otras cosas.
La piscina es una historia perturbadora, profunda, que invita a la reflexión de cómo manejamos nuestras emociones, sentimientos y perversidades, cuando pasamos aquella etapa donde se busca nuestra identidad y, por qué no, aun cuando ya somos adultos de cualquier edad.
Este pequeño texto de Yoko Ogawa es una muestra de que, para hacer una buena obra de literatura, no es necesario buscar los grandes temas, o llenar nuestra falta de creatividad con ridículas escenas “eróticas”, o escribir páginas y páginas de lugares comunes.
Finalmente, este humilde escribidor les sugiere guardar este texto para disfrutarlo en una tarde muy lluviosa y lejos del molesto ruido que generan otros seres humanos. Hay que leerlo en soledad, en una profunda soledad.
Servidos.

Ogawa, Yoko, La piscina, Editorial Funambulista, España, 101 pp., 2012. Traducción de Héctor Jiménez Ferrer. Colección: Los intempestivos.

lunes, 26 de junio de 2017

El viaje de Baldassar

Palabra de lector 41
 
Apocalipsis, profetas, el fin del mundo, anticristos… fue lo que estuvo en boca del mundo islámico y cristiano el año al que se le conoce como de la bestia, 1666. Fue cuando se incendió la ciudad de Londres, cuando se dio el famoso examen universitario de Juana de Asbaje, cuando Newton descubre de la dispersión de la luz y su espectro, cuando Leibniz publica su  obra “Arte combinatoria”, y entre otras cosas, resulta que 1666, escrita con números romanos, contiene todos los caracteres con que se representaban dichas cifras: MDCLXVI.
Con este pretexto, Amin Maalouf, escritor de origen libanés, se lanza a la tarea de escribir una novela que aborda el tema, bajo el nombre de: “El viaje de Baldassare”. Lo que promete ser una agradable e interesante aventura literaria, termina en una novela más de los miles que pueblan el mundo de los Best sellers.
El texto gira en torno a un supuesto libro que contiene el centésimo nombre de dios (eso me recuerda a aquel fabuloso cuento de Ciencia ficción, sobre unos Lamas que compran una IBM para recopilar todos los nombres posibles del inmortal y al terminar de juntarlos…).
Hasta ahí va bien la cosa, pero luego aparece una guía bastante superficial del mundo. Para colmo de este escribidor, se dio demasiado espacio a los escarceos amatorios con diversas damiselas, y ahí ya valió madre la cosa.
Escrito en forma de diario, que nunca acabamos de entender las razones de ello, el libro deambula de aquí para allá, entre los hechos y las reflexiones del autor.
Promocionado como un libro que cuenta con muchos elementos de actualidad, la verdad es que ni es un viaje iniciático como promueven sus editores, ni mucho menos de reaprendizaje. Repito, es una navegación superficial de un tema que daba para mucho más.
En fin. Si a usted le gustan las obras melcochonas, con algo de acción y que el autor le narre cuántas ciudades ha visitado en su vida, adelante, y con ello, brinda al señor Maalouf su debut y despedida en su biblioteca personal, como obviamente hará este escribidor, a menos que alguien más sabio nos demuestre que sus otras obras son infinitamente mejores.
Es una lástima, porque el tipo no escribe mal, pero le falta mucha profundidad, al menos en este tema.
Saludos
PD. Tiene una portada muy bonita. “Vista interior del puerto de Marsella” (Detalle de Claude Joshep Vernet. Museo de la Marina. Paris.)

Maalouf, Amin, El viaje de Baldassare, Alianza Editorial, España, 485 pp., 2000. Traducción de Santiago Martín Bermudez. Colección: Alianza Literaria.