jueves, 5 de noviembre de 2015

El comerciante de perlas

Palabra de lector 9
Fenimore Cooper

Tres de sus personajes son más famosos que el autor, y muchísimas personas conocen la historia aunque no hayan leído ninguno de sus libros, gracias al cine. Pues díganme, ¿cuántos de ustedes no saben quién es Uncas, Ojo de Halcón y Chingachgook, el verdadero último mohicano?

Sí, se trata de James Fenimore Cooper, quien a pesar del enorme desprecio de los lectores de literatura "seria", es uno de los más grandes escritores norteamericanos del siglo XIX.

Cuando Fenimore Cooper publicó su obra más famosa, el Último mohicano en 1826, Estados Unidos sólo llevaba 50 años como país independiente. De hecho, no es sino hasta la aparición de la obra de este autor y de Washington Irving, que se puede hablar de una verdadera literatura norteamericana. De ahí que Cooper sea considerado el creador de la épica norteamericana, obra que busca dar a su país el fundamento mítico del que carecía en su condición de nación recién formada. Así, en sus novelas crea un héroe nacional de mil caras, ya fuese investido de colono, marinero, soldado o indígenas. Siempre basándose en dos valores que el autor considera fundamentales: la libertad y la democracia; basado todo ello en las teorías de Thomas Jefferson.
El escritor no busca el artificio o la originalidad literarias, sino que es un narrador guiado por el ideal patriótico y la búsqueda insaciable del equilibrio entre la democracia y aristocracia, tomando de esto último el ideal de la caballerosidad y el honor como premisas básicas del contrato social, de tal manera que coloca su obra en el ámbito del romanticismo que favorecía la exageración y promovía la casualidades propias del carácter épico.
 Cooper siente una enorme atracción por los héroes primitivos y “salvajes”, seres no contaminados por la cultura universal o al margen de las bajas pasiones de una era convulsionada por el reacomodo social, característico de una nación que surge a la historia.

Es quizás Walter Scott quien más influye en la obra de este escritor norteamericano, pero con un toque particular. Sus héroes no sólo serán blancos, sino que habrá indígenas que le permitirán americanizar su narrativa y que le granjearía gran popularidad en Europa.

Sus personajes son ágiles, astutos, conocedores de su entorno y seguros de sí mismos. Cooper ofrece al espíritu aventurero occidental todo un continente virgen para explorar y soñar cualquier tipo de utopías.

Fenimore Cooper se suma a los clásicos de la literatura norteamericana y marcará las pautas a seguir y los temas a desarrollar para los escritores que le sucedieron, como Edgar Alan Poe, Nathaniel Hawthorne, Herman Melville y Walt Whitamn, entre otros.
 La obra que hoy nos ocupa, El comerciante de perlas, publicado en 1869, es una novela típica del estilo Cooper. Llena de aventuras, de giros sorprendentes y ubicada en las salvajes laderas de la recién fundada ciudad de San Francisco, sacudida por la llamada fiebre del oro. Se trata de una historia de aventuras que se inicia en Panamá y culmina en la ciudad de los puentes colgantes.

Como suele suceder, los personajes son seres llenos de pasión, de fuerza y determinación, incluso los malvados no son cualquier raterillo, sino tienen un discurso perverso que reforzará aún más el triunfo del bien.

En este caso, nuestro héroe Eduardo Mercier, de origen francés, nos recuerda constantemente y de manera explícita a aquel otro héroe pero salido de la pluma de otro gran escritor (Alejandro Dumás), Edmundo Dantés, lo que nos deja muy claro el impacto que tuvo El Conde de Montecristo en el pensamiento de nuestro escritor.  Aunque en este caso el motor de la historia no es la venganza, sino la necesidad de que prevalezca  el bien. Sí, hay un enorme espacio para hacer justicia de muy diversas maneras, ya sea directamente de la mano de nuestro héroe o de terceros.

En definitiva es un texto que los mantendrá pegados a sus páginas; probablemente sean presa de la nostalgia y decidan releer, una vez más, la historia de Uncas y Carabina larga, tal y como le ha sucedido a este escribidor.

Una última cuestión. La versión a la que tuvimos acceso es una edición facsímil de la publicada de 1869, impresa en Paris y adquirida a través del servicio de librería de Amazon. De tal manera que algunas páginas no son muy claras; de hecho faltan las páginas 346 y 347. Para el precio que cobra esta empresa, por lo menos deberían tener la decencia de cuidar el producto que entregan, porque algo similar me sucedió con otra novela de Cooper, El colono americano y uno de Dumás, Bernardo. Lo peor es que todavía hay pendientes seis ediciones más de este tipo de libros, adquiridas con este distribuidor.

Cooper, James fenimore, El comerciante de perlas, novela americana, Librería de Rosa y Bouret, Paris, 360 pp., 1869.

Foto: Lorena Aguilar.