jueves, 31 de enero de 2019

Planeta del exilio

Palabra de lector 65
Un planeta muy lejano, lejano y abandonado a su suerte. Ha pasado tanto tiempo, que los hombres ahí desamparados por la liga Planetaria comenzaron a olvidar que vienen de las estrellas. Es más, ya perdieron muchos de sus conocimientos y habilidades a causa del Embargo. Una ley que les prohíbe mostrar todos sus avances tecnológicos y sus conocimientos científicos a cada planeta que llegan y los obliga a vivir al nivel de los habitantes nativos… Y aquí, en esta tierra, se encuentran apenas en el desarrollo y manejo de los metales.
Algunos, muy pocos, todavía dominan la capacidad de comunicarse a través del pensamiento. Los libros dicen que los Lejosnatos, como les llaman los habitantes originales del planeta, lo aprendieron de otra raza hace mucho tiempo, en un mundo llamado Rokannan. Es una habilidad y también un don.
Ahora que se acerca el invierno, también se acerca una amenazo mucho peor. Desde el norte, las hordas de Gaales bajan destruyendo y arrasando todo a su paso. Ya no es como antes, ahora están organizados y dirigidos por un líder que ve más allá del saqueo y de la satisfacción de los estómagos.
El problema es complejo ya que sus vecinos, los habitantes de Tevar, recelan de los Lejosnatos, como les llaman. Pese a ser prácticamente iguales, les temen, los llaman brujos, pues tienen habilidades que los hombres de Tevar que ahora construyen la ciudad de invierno no pueden explicar.
Sí, la ciudad de invierno. Aquella que hay que construir sobre graneros enterrados y que servirá de hogar durante largos quince años, pues el ciclo anual en este planeta dura toda una vida. La luna y la tierra se circunvalan entre sí, en una rotación majestuosa que tarda cuatrocientos días en completarse.
Aquella especie de doble planeta gira alrededor del sol en una grande y solemne danza rotatoria, en medio de la nada. Sesenta fases lunares dura tal ciclo, es decir, veinticuatro mil días… prácticamente la vida de una persona, un año. Pocos son los hombres que pueden jactarse de haber vivido dos inviernos.
Ahora, un emisario trae noticias del norte, de guerra, saqueos y desaparición de campamentos y ciudades ¿Qué es lo que se debe hacer? Nadie cree en cuentos de viejas histéricas.
Sin embargo, Agat, uno de los dirigentes de los Lejosnatos va a la ciudad de invierno a pedir ayuda, a proponer una alianza entre las ciudades de los hombres y la de estos medio-hombres que, dicen las leyendas, llegaron de las estrellas. Dice aquel que esta vez será diferente, que los Gaales bajarán del norte y destruirán todo. Aunque no puede ser así, al menos en las historias pasadas no lo han conseguido. Pero hay pocos en los clanes que recuerden el invierno anterior.
En resumen, así empieza una de las novelas más famosas de Úrsula Le Guin, y que resulta una historia épica ubicada en los confines del espacio.
Con una narrativa sencilla, accesible pero al mismo tiempo llena de una riqueza conceptual única, la autora nos hace vibrar ante la llegada del invierno (¿les recuerda algo?). Nos lleva a casi tocar la textura de las construcciones de la ciudad junto al mar, y sentir el frío y el terror de una ciudad sitiada y aparentemente condenada a la destrucción.
Ésta es pues, una obra imprescindible para el lector de la ciencia ficción, y obligatoria para los seguidores de la gran escritora de habla inglesa. No puede perdérsela. Mientras la lee, camine con sigilo, mantenga su lanzadardos preparado, no sea que lo ataque traicioneramente algún Demonio de la nieve.
Servidos.
Le Güin, Úrsula, Planeta del exilio, Superficción, España, 141 pp., 2014. Traducción de Enrique de Obregón, Colección, Superficción 49.