sábado, 16 de enero de 2016

Perros e hijos de perra

Foto: Elena Ariadna Cantarell.
Palabra de lector 15

Perros. Los hay para todos los gustos y todos los disgustos. Perros de compañía, de trabajo, de vigilancia, de caza, de rescate, de raza y sin alcurnia. Chicos, grandes, mansos, agresivos, violentos, feos, bonitos, tiernos, usted escoja.
Desde pequeño, he convivido con estos amigos de cuatro patas, desde aquel mítico Rommel, en la casa donde nací, en Campeche, hasta la Zazil y el Kin o tontín, este último un Golden Retriever que viene a sumar la cuarta generación de la raza en nuestra famila.
No creo conocer a nadie que en algún momento de su vida no haya tenido de una u otra manera contacto con algún canino, para bien o para mal. Eso, sin hablar de los muchos perros famosos en la historia y la literatura. De momento se me ocurren varios: Sirio, el de la novela de Olaf Stapledon; el buen Argos, compañero de Odiseo; el can Cerbero, el de las tres cabezas, que vigilaba la entrada del Hades y que era fácilmente amansado con música o un poco de pan con miel; la perrita Laika, quien fuera el primer ser vivo terrestre en girar alrededor de la tierra, en una nave espacial… por sólo hablar de algunos pocos.Pero también están los otros, los hijos de perra. De esos también hay muchos y yo conozco a varios que hasta con orgullo llevan la medalla: unos verdaderos hijos de perra, con el perdón y el respeto que nos merecen los peludos que no tienen ninguna culpa.
Así pues, los perros son y han sido parte de muchas historias, y nunca falta que alguien cuente una cuando se toca el tema de estos ladradores.
De esta manera, Arturo Pérez-Reverte aborda el tema en el libro: Perros e hijos de perra, que no es más que una recopilación de comentarios pubicados en diferentes momentos y donde el personaje principal o parte de la trama está a cargo de alguno de estos compañeros fieles. Como dice el autor: “nunca conocí entre los seres humanos, como en los cinco perros que hasta hoy pasaron por mi vida, un amor tan desinteresado y tan leal. Tan conmovedoramente fiel”.
El texto agrupa 22 relatos, la inmensa mayoría, breves artículos piublicados entre 1993 y 2014. Algunos de los textos están dedicados a episodios perrunos concretos, donde ellos son los protagonistas; otros están enfocados a diferentes asuntos y participan como personajes secundarios, pero en todos ellos hay un punto en común, tan caro para el escritor: la mirada que los perros dejan en sus amos y compañeros de vida.
Éstas son pues historias de todo tipo y que sólo quienes conocen a estos animales podrán valorar su peso emocional y apreciar su significado.
Baste sólo mencionar un pequeño ejemplo como la historia del Fila brasileño Tanis el semielfo, famoso por su fiereza (Tanthalas en el lenguaje de los elfos). La historia deriva en que fiel a su fama, el Tanis es un sicario, un perro asesino o al menos así lo describían los amigos y vecinos de su dueña. El perro pasea con su dueña por el parque y de repente es testigo del ataque de un pastor alemán, sin razón, hacia un pequeño niño.
En un instante, el Fila sale disparado sobre la hierba y todo mundo cree que se sumará a la matanza, pero no, el gigante va contra el pastor, desencadenado una sangrienta batalla. Hasta ahí lo dejamos.
Quizá lo más importante del libro no son las muchas anécdotas que lo conforman, sino la importancia que este famoso escritor le da a la adquisición de la conciencia y responsabilidad que significa tener una mascota, sea perro, gato, serpiente, grillo o lo que sea. Y sobre el enorme daño que hacemos cada vez que actuamos como verdaderos hijos de perra y abandonamos o sacrificamos ese hermoso regalo que los niños pidieron para navidad o día de Reyes y que a los pocos meses se ha convertido en un enorme dolor de cabeza, demandador de tiempo y atención.
Porque los perros en particular y las mascotas en general, requieren de cuidados, atención, cariño, espacio y muchas cosas más. Porque no son juguetes que una vez que nos cansan los echamos a la basura o los abandonamos en algún bosque o carretera, con la esperanza de que muera pronto o lo mate algún camión o automóvil.
No se trata de ir y dejarlo “encargado” cuando nos estorba o sólo quererlo cuando nos lo chulean en la calle, y a la vuelta de la esquina dejarlo amarrado bajo el sol o golpearlo porque con la cola rompió el valioso muñeco de porcelana, made in La Lagunilla que perteneció a la tía Queta.
No. Los perros son mucho más que eso y si no lo entiende, hágase y háganos un favor, de verdad: ¡No lo compre!

Pérez-Reverte, Arturo, Perros e hijos de perra, Alfaguara, 5ta. Edición, España, 256 pp., 2015.


lunes, 11 de enero de 2016

Iheronimus Bosch

Palabra de lector 14
El Bosco

En 2016 se celebrarán 500 años de la muerte del pintor neerlandés Iheronimus Bosch, mejor conocido como El Bosco, quien vivió en las postrimerías de la Baja Edad Media y el inicio del renacimiento europeo.
Bosch es conocido por sus imágenes fantásticas, de seres imposibles, plasmados en cada uno de sus cuadro, elaborados sobre tablas que, en su gran mayoría, son conjuntos de trípticos casi todos de carácter religioso y fabricados por encargo de la alta nobleza europea.
Entre sus piezas más conocidas y de las cuales en realidad han sobrevivido pocas --20 tablas y ocho dibujos-- destacan: Las tentaciones de San Antonio, El Jardín de las delicias y El juicio final. Media docena de obras sobre tablas y un número similar de dibujos se atribuyen a colaboradores de su taller. Existe la tentación de reducir aún más su trabajo e incluso podrían dividirse entre la obra de El Bosco y la de un “discípulo principal”.

Sus cuadros fueron considerados innovadores, de contenido moral y religioso, expresados de forma satírica y poblados de una enorme cantidad de figuras grotescas, las cuales tuvieron gran influencia en los pintores de su tiempo al norte de los Alpes, como fue el caso de Alberto Durero y Bruegel el viejo.
El Bosco era pues, un pintor de imágenes oníricas, tanto de sueños como de pesadillas, tal y como lo definiría Durero.
Muchos especialistas ven en este pintor la imagen de un autor fuera de la ley, vanguardista, hereje o miembro de una sociedad secreta. Pero en la actualidad, todas estas especulaciones no pueden más que calificarse como erróneas, pues ni en las obras ni en el entorno social del artista ni entre sus clientes, se encuentran cátaros, miembros de la Rosacruz o alquimistas.
Tampoco fue un artista sin recursos materiales. No sólo contaba con una cierta fortuna, sino que además, al casarse, se hizo de una gran dote por parte de su esposa, que lo colocó entre la élite de su ciudad, Boulduque.
El Bosco era un artista erudito: su arte es doctrina humanística de corte cristiano. Esto queda evidente en su conocimiento diferenciado de la materia bíblica y  de la vida de los santos, a los cuales presenta no tanto como patronos tradicionales sino más bien como modelos, demostrando así estar artística e intelectualmente a la altura del discurso prereformista. En las imágenes de estos personajes, como el caso del tríptico  Los ermitaños, no se aprecia una piedad “supersticiosa” sino la inspiración en una moralidad cristiana, culta y erudita.
Su obra también es rica en simbolismos medievales, principalmente sobre la fauna y la flora; un conocimiento que le permitió espiritualizar sus temas iconográficos al utilizar y combinar los detalles de tal modo que consiguió  innovaciones iconográficas únicas.
El tríptico es la forma dominante en la obra de El Bosco. De las 20 obras que creó, nueve son trípticos y al menos otras cuatro son fragmentos de retablos.
El libro “Iheronimus Bosch, la obra completa”, escrito por Stefan Fischer y editado por la excelente editorial Taschen, pasa revista a cada una de las obras de este importante artista.
El valor del libro no está solamente en el excelente trabajo y erudición histórica, ni en la detallada y profusa descripción de los elementos de cada tabla, sino también en la impecable impresión de cada una de las imágenes que acompañan el texto. Es más, la parte dedicada al Jardín de las delicias, se lleva las palmas pues se trata de una impresión tamaño cartel, que permite observar con mucha claridad, cada uno de los cinco elementos que conforman el tríptico (las dos tapas exteriores y el propiamente tríptico interior).
Además, el autor suele llamar la atención del lector, destacando detalles importantes de casi todas las tablas, ofreciendo ampliaciones de parte de las mismas.
Realmente se trata de un libro excelente y que resulta imprescindible para los amantes del arte y admiradores de Jerónimo Bosch, ya que el texto es accesible y escrito con agilidad, pese a ser un libro sobre arte. La verdad, muy recomendable.
Por último y si se preguntan cuál me gusta más, este tecleador, además de las ya mencionadas tablas, se queda con La nave de los locos. Que lo disfruten.

Fischer, Stefan, Iheronimus Bosch, La obra completa, Taschen, Italia, 300 pp., 2014. Traducción de José María García Pelegrín.