Todos hemos escuchado o visto el fabuloso espectáculo que año con año, durante el equinoccio de otoño, se vive en la antigua ciudad de Chichen Itzá, alrededor del 21 de Septiembre ( hay que aclarar que dicho fenómeno no sólo sucede ese día, sino que puede apreciarse durante varios días tanto antes como después de esa fecha), un fenómeno astronómico que consiste en la “bajada de serpiente”, en la forma de una sombra y que culmina en la monumental cabeza de una serpiente emplumada colocada en la base de la pirámide de Kukulkán.
Evidentemente, este no es el único fenómeno astronómico en dicha ciudad (quien esto escribe fue testigo de cómo los últimos rayos del sol, en el solsticio de invierno, coincidían en una esquina del primer piso del templo del Caracol, conocido edificio para usos astronómicos), ni tampoco en el resto de Mesoamérica. Ya alguna vez en Xochicalco, pudimos apreciar los rayos verticales del astro rey incidiendo en un agujero practicado en la bóveda de una cueva que se encuentra debajo de la plaza principal de aquella ciudad que, además, cuenta cómo se reunieron diferentes expertos astrónomos de toda la región para realizar un ajuste al calendario mesoamericano.
Para nadie es un secreto que el interés de nuestros antepasados por el movimiento de los astros no tenía, de ninguna manera, un fin meramente “científico”, sino había razones muy prácticas, entre las que podríamos destacar dos: La precisión de estos fenómenos les permitían calcular de mejor manera, cuándo preparar las tierras para la siembra, la llegada de las lluvias y todo lo que implicaba el ciclo agrícola de estos pueblos.
La otra razón la conocemos gracias a los importantes avances de la epigrafía, que nos indica que también se utilizaba el movimiento de los astros no sólo para medir el tiempo, sino que se buscaba que los hechos trascendentales de sus ciudades-estado coincidieran con ciertos fenómenos astronómicos. Así, el nombramiento de un señor, o su ascensión al trono e, incluso la guerra, se trataba de que coincidieran con el movimiento de las estrellas. De hecho, de este último ejemplo ahora se sabe de las famosas “guerras de las estrellas” entre los mayas, quienes buscaban cuáles eran los días propicios donde la posición de Venus fuera la ideal para atacar a alguna ciudad rival y tener éxito en la batalla y de las cuales hablaremos en alguna próxima entrega.
Y como muestra, un botón. El próximo 5 de junio del 2012, hacia las 17:14 hrs, preparémonos para el paso de Venus por el disco solar, fenómeno que será visible a simple vista en Yucatán y que nos llenará del gozo que seguramente sintieron los mayas cuando el 8 de Junio de 1275 Después de Cristo, durante el ocaso, Venus penetró en el disco solar y pudo ser visto dentro del gran disco de tonos rojizos que es el sol cuando se hunde en el horizonte. El dato, que fue inscrito por los mayas de Mayapán, en la Sala de los frescos, un edificio adosado a la pirámide de esa ciudad del periodo postclásico maya, seguramente tuvo una relevancia importantísima para ser consignado y marcado para que los descendientes de estos astrónomos pudieran disfrutar de nuevo esta maravilla 737 años después.