Palabra de lector 23
Hermosa historia, así sencillamente, como lo son las matemáticas. Y es que el libro al que ahora nos referimos no sólo es una novela sobre un profesor, una asistente de limpieza y su hijo; se trata de una historia sobre la belleza de las matemáticas, sobre su perfección. Cualidad que muchos de nosotros somos incapaces de apreciar, ni siquiera cuando, como en el caso de este escribidor, convivimos cotidianamente con un matemático quien encuentra en cada hecho de la vida, en cada parte del universo, de los alimentos o de cualquier cosa, relaciones numéricas que lo llevan a demostraciones no siempre elegantes, referencias numéricas, secuencias, fórmulas, teoremas, todas ellas llenas de una belleza que apenas podemos atisbar porque nosotros sólo vemos sus sombras pues vivimos en la oscuridad.
Lo anterior no quiere decir que la novela de Yoko Ogawa sea una historia para matemáticos. Ignoro si estas personas, con personalidades muchas veces enigmáticas y siempre desconcertantes la encontrarán superficial o básica, pues mi matemático preferido no la ha leído, pero para los simples mortales es una narración hermosa y aleccionadora.
La historia, como ya dijimos se centra en tres personajes. El profesor, que a raíz de un accidente sólo puede recordar hasta ocho horas de su pasado; una mujer de limpieza que es capaz de entender y apreciar esa belleza matemática, y su hijo de 10 años, bautizado Root (raíz cuadrada en inglés) por el profesor y aficionado rabioso al béisbol.
Todo ocurre en el Japón moderno, en una pequeña y humilde casa que es la residencia del protagonista, quien gusta de resolver enigmas matemáticos aparecidos en las revistas para aficionados. El profesor que día a día debe de ir reconstruyendo su pasado inmediato para no sentirse desorientado cada mañana al despertarse, debe auxiliarse de numerosas notas pegadas en su saco es, muchas veces sin proponérselo, el motor que conviete esta narración en una historia de amor, amistad y transmisión del conocimiento, y no sólo sobre matemáticas.
La novela causó un enorme furor por las matemáticas en Japón después de su aparición y lanzó a la fama internacional a su autora.
Resulta un texto escrito con suavidad, pero con una profundidad única, que invariablemente lleva al lector a cuestionarse: ¿qué nos estamos perdiendo al ser incapaces de apreciar la belleza de las matemáticas?
Ésta es pues, una propuesta única, de aquellas que pocas veces se ve. Aunque no sea una novela de alta literatura, bien podría convertirse en un texto de culto. En tanto usted le hinca el diente, este escribidor se lanzará a la caza de más títulos de la autora que confirma una vez más nuestro amor por la obra literaria del país del sol naciente. Sean ustedes servidos. ¡Oss!
Ogawa, Yoko, La fórmula preferida del profesor, 17 edición, Editorial Funambulista, España, 298 pp., 2014. Traducción de Yoshiko Sugiyama y Héctor Jiménez Ferrer. Colección: Literadura.