Muchos son los temas que pueden abordarse con motivo de la celebración de los 200 años del inicio de la lucha armada por la independencia de nuestro país, y aun así falta aún bastante trabajo para entender cabalmente un movimiento que inició con un objetivo y terminó en otro aparentemente más libertario pero que sólo sirvió para dejar a las mismas clases en el poder, con la única diferencia de que en vez de peninsulares, en adelante serían los criollos quienes detentarían el poder en la nueva nación, muchas veces tan inéptos unos como otros.
A continuación nos tomamos la libertad de ofercerles un breve ensayo sobre un aspecto muy interesante sobre lo que fue aquel importante momento histórico, de la pluma de una prometedora historiadora. Espero que les resulte tan interesante como a nosotros. Servidos, pues.
Conocemos muy bien los hechos que ocurrieron en la madrugada del 16 de septiembre de 1810, en el pueblo de Dolores, con el cura Hidalgo declarando el inicio de la Independencia de México, llevando como estandarte de la lucha a la Virgen de Guadalupe, y posteriormente, el avance de las tropas encabezadas por su imagen.
Con el avance de la lucha, podemos observar como las tropas insurgentes, siguen llevando en alto, como protectora, la imagen de la Virgen del Tepeyac, incluso hasta con las leyes de Reforma, es respetado su culto, y es fecha en que se sigue celebrando el 12 de Diciembre.
Es sin duda no sólo un acto religioso y de fe, sino que se convirtió en un elemento de lucha política entre las dos facciones, incluso su utilización fue motivo de excomunión para las cabezas del movimiento en sus primeros años, hubo quien cambio su nombre por ella y hasta se pidió que constitucionalmente se declarara un día como fiesta nacional en su honor.
Somos una nación en su gran mayoría católica, y es obvio que no sólo es por convicción, sino también por una memoria colectiva, y que posiblemente tuvo su mayor auge con la lucha que inició en 1810 y que la elegida para la protección no sólo de la Independencia, si no de la nación naciente haya sido la Virgen de Guadalupe, la virgen de América.
Pero ¿habrá sido posible tal difusión de la guerra independentista, sin la oportuna elección de Hidalgo de usarla como estandarte esa noche?, independientemente de que haya sido un acto premeditado, su presencia inspiró en esta lucha por la independencia mexicana, pero ¿hasta qué grado? y este suceso ¿fue un parteaguas más entre la lucha de los “mexicanos” en contra de los españoles, o fue sólo un pretexto más?
La Virgen de Guadalupe en la lucha de Independencia
La madrugada del 16 de septiembre el cura Miguel Hidalgo y Costilla tomó de la sacristía de Atotonilco un lienzo de la Virgen de Guadalupe y lo convirtió en el estandarte de la lucha que estaba comenzando, al grito de “Viva la religión. Viva Nuestra Madre Santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno.”*
Con esta acción se ponía bajo la protección de la imagen mariana, y con él a todos los que se unían a la lucha, declaraba así que era la madre de los mexicanos y que ella los protegía como cariñosa madre. Así, Hidalgo encabezaba las entradas a los pueblos con el estandarte en mano, siendo recibido con los brazos abiertos.
Este acto desencadenó una gran molestia entre las autoridades religiosas y por supuesto entre las virreinales, el primero en externarlo fue el obispo de Michoacán quien con el edicto de excomunión trató de recuperar la imagen de las manos de los insurgentes, declarando que era un insulto a la religión y al rey el acto del cura Hidalgo.
Este acto fue reiterado con la publicación de la Gaceta de México, en donde el virrey Francisco Javier Venegas los acusa de sacrílegos e hipócritas, misma acusación que utilizó el arzobispo Lizana de la Inquisición.
Pero al no poder detener esta acción y no poder recuperar la imagen de la virgen para los españoles, el virrey tomó una acción para contrarrestar a esta nueva madre insurgente. Mandó traer de la Ciudad de México a la virgen de los Remedios, le celebró una solemne ceremonia, en donde le entregó las insignias de su poder.
Con esto la lucha ya no era sólo política, si no se convertía en una lucha religiosa, en la que se peleaba bajo el cobijo de una virgen diferente en cada bando, la virgen morena de los mexicanos, contra la virgen gachupina de los españoles, cada una repudiada en demasía por el grupo contrario.
Los insurgentes comenzaron a mostrar la imagen de la virgen en los sombreros, mientras que las fuerzas realistas llevaban a su virgen en escapularios y chaquetas, se creó una fuerza para proteger a la virgen de los remedios, formada por mujeres de la nobleza novohispana, llamadas “patriotas marianas” y los ejércitos le llamaban “generala”.
A la muerte de Hidalgo y de los primeros insurgentes, Ignacio Rayón, abogado de profesión, se quedó al mando de la lucha armada, y a semejanza de su antecesor tomó la imagen mariana para dirigir al ejército, en la junta de Zitacuaro declaró no únicamente que la suerte recaía en ella, sino que también las armas de la lucha.
También mandó hacer una bandera en donde se reemplazaba la imagen de la virgen de Hidalgo, por un águila, pero no con ello la esencia guadalupana, pues plasmó las siglas N.F.T.O.N., que quiere decir Non fecit taliter omni nationi, “no hizo cosa igual con ninguna otra nación”.
Esto hace más evidente la apropiación definitiva de la virgen morena por los insurgentes, en esto también tuvo influencia el ejército realista y su desprecio por ella, que cometió incluso, ejecuciones a la virgen de Guadalupe, actos como estos llevaron a muchos a sumarse a la fuerzas independentistas, como tal es el caso del sacerdote Mariano Matamoros.
Fue Rayón el primero en declarar el 12 de diciembre como fiesta nacional, a favor de la protección de la Virgen de Guadalupe, Hidalgo lo había precedido con una fiesta en su honor ese mismo día en 1810, pero Rayón fue el primero en declararlo oficial en el año de 1812.
Era evidente la devoción que sentían los simpatizantes del movimiento por la virgen, pues estos sentimientos fueron reflejados incluso por José María Cos, con ayuda de Andrés Quintana Roo en la publicación el Ilustrador Americano.
Es José María Morelos y Pavón, su más ferviente seguidor y protector, a la muerte de Rayón, Morelos toma la rienda de la batalla a favor de los insurgentes, antes de la muerte de su predecesor, intercambian los Puntos de Nuestra Constitución, en donde dejan de manifiesto su guadalupanismo.
En estos puntos también establecen la creación de cuatro ordenes militares, la de Nuestra Señora de Guadalupe, la de Hidalgo, la del Aguíla y la de Allende, donde cualquier ciudadano que demostrara ser de admiración podía formar parte de estas.
Para estos momentos, la virgen dejaba de ser una imagen de protección y comprensión del pueblo y de la lucha insurgente, para pasar a ser la defensora y la responsable de los triunfos en contra de la tiranía española, e incluía claramente un llamado para la unión de los pueblos.
Con su captura en 1815, los estándares propuestos por él y los anteriores al culto guadalupano, quedaban reafirmados, pues se había llevado por delante de toda lucha a la Virgen de Guadalupe, incluso Morelos ordenó que sus ejércitos llevaran en el sombrero un listón en donde expresaran su devoción.
Ya para la integración al conflicto de Francisco Javier Mina y Fray Servando Teresa de Mier, existía ya un decaimiento de la lucha, pero la confianza que causaba la idea de la protección y el favor de la virgen no menguaba, ni el anhelo de independencia, pues personajes como Vicente Guerrero continuaban llevándola como estandarte en su busca de la libertad.
Al unir sus fuerzas Vicente Guerrero y Agustín de Iturbide para dar fin a la guerra, logran dar por terminada esta etapa, es el 27 de septiembre que entra a la Ciudad de México con el triunfo en la manos y se le sitúa en el trono, ese mismo año el 12 de diciembre se hace la primera celebración oficial del imperio.
Conclusión
Se puede observar como la Virgen de Guadalupe fue una parte fundamental en la lucha de Independencia, ya que no sólo fue un elemento de protección para quien se unía a la lucha, si no que fue un elemento de unión para los diversos estratos de la sociedad.
Como fue la creación de la orden de Los Guadalupes, por la que informaban a los insurgentes de las decisiones realistas tomadas en su contra, así como ayuda económica, militar y médica a las fuerzas insurgentes, no es de sorprender que tomaran el nombre de la virgen, pues era el nuevo símbolo de la que sería una nueva nación.
Esta unión de las diferentes clases sociales, se vio a lo largo de la lucha, y era latente en los discursos de Morelos, Rayón, Quintana Roo; en las diversas obras que se escribieron en su honor, como la de Miguel Guridi y Alcocer, Apología de la aparición de Nuestra Señora de Guadalupe, del año de 1820, en donde con fuentes históricas hace una defensa de las apariciones de la Virgen de Guadalupe en México.
Me parece que no hubiera sido posible tal contagio de los ideales independentistas, si no hubiera existido la figura de la protección, la defensa y hasta el castigo que otorgaba la virgen de Guadalupe.
Al ser un pueblo que fue formado bajo las enseñanzas católicas, no se podía dejar de lado estas raíce, para pelear únicamente por razones con influencia de la Ilustración, ese era un pequeño sector, que no podía difundir sus ideas tan fácilmente, por lo que era necesario buscar un elemento de comunión entre todos.
Elena Ariadna Cantarell Pereyra
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