Palabra de lector 24
Cuando tenía entre 15 y 16 años, solía esperar a mi madre a que llegara de sus agotadoras y larguísimas jornadas laborales que se le imponían en su trabajo en la Caja General de la Tesorería del DF. Principalmente si era fin de mes, el trabajo de consolidar toda la recaudación de la ciudad podía alargarse, más si las cuentas no cuadraban.
En estas largas noches, solía ver las películas que trasmitía el canal 11; si no mal recuerdo el programa se llamaba “Cine del 11”.
En una de esas desveladas me encontré con la sorpresa de una cinta que me impactó enormemente; se titula “el hombre que pudo ser rey”, protagonizada por Sean Connery, Michael Cain y Christopher Plummer, entre otros.[1]La película se basa en un cuento de Rudyard Kipling y cuenta la historia de dos
aventureros (Danny Dravot y Peachy Carnehan) que viajan a la India en 1880, sobreviviendo gracias al contrabando de armas, entre otras mercancías, y un día deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán.
Este relato abre el texto que hoy nos ocupa y uno de los cuentos preferidos de quien esto escribe. El libro está completado con otros tres maravillosos cuentos: La historia más bella del mundo, “ellos” y El toro que pensaba. Cada uno es un hermoso y sorprendente viaje al mundo fantástico de Kipling.
En el caso de La historia más bella del mundo, el autor nos mantiene expectantes sobre el contenido de lo que promete el poder, al fin, leer la historia más bella jamás escrita. Pero una cosa es desear y otra muy distinta es poder hacerlo.
En lo que se refiere al tercer texto, el autor nos traslada a algún lugar en los bosques de Norteamérica, para ser testigos de algo que no todos tenemos el privilegio de ver. Se trata de una historia profunda y a la vez enternecedora, aunque con el advenimiento del cine de suspenso, su desarrollo en estos tiempos es predecible. Sin embargo, creo que es el mejor cuento de la obra.
Finalmente está la historia de El toro que pensaba, un relato obligatorio para todos los amantes de la fiesta brava. Aunque es una historia que podría entrar en el campo de lo fantástico, resulta un verdadero deleite y una alegoría del ritual que se celebra durante la lidia de toros. Si a eso le suma que uno de los personajes resulta ser muy inteligente, tendrá en sus manos una bella historia sobre una de las actividades culturales que hoy se encuentra en entredicho por las nuevas actitudes derivadas de lo políticamente correcto.
El libro, de tan sólo 198 páginas, puede disfrutarse fácilmente durante una de estas tardes lluviosas y el lector será transportado a través de la magia de este grandioso escritor del siglo XIX y, como seguramente se habrá dado cuenta, es uno de mis preferidos.
Vaya pues y aprenda la lección del peligro que implica ser un dios, perder la oportunidad de su vida y disfrutar de una inusual corrida de toros. Que se divierta.
Kipling, Rudyard, El hombre que pudo reinar y otros cuentos, 2da. edición, Ediciones Valdemar, España, 198 pp., 2009. Traducción de Fernando Jadraque. Colección: El club de Diógenes, número 202.
[1] Título original: The Man Who Would Be King, EU, 1975. Duración: 129 minutos. Director: John Huston. Guión: John Huston, Gladys Hill. Basado en un cuento de Rudyard Kipling. Música: Maurice Jarre. Fotografía: Oswald Morris.
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