domingo, 23 de agosto de 2015

Kim o el gran juego, un acercamiento a Rudyard Kipling


Palabra de lector 4

A riesgo de cometer una barbaridad, podríamos decir que Kim es la contraparte de Mowgli (El libro de la Selva). Este último, hijo adoptivo de la selva y de los lobos, y aquel otro, el que nos ocupa, hijo de la ciudad y de lo urbano, cuya madre adoptiva resulta ser una sociedad variopinta y compleja como lo es la India del siglo XIX. Para muchos se trata de la historia más madura de este escritor de origen inglés, pero nacido en la India (Bombay, 1865- Londres, 1936).
Como se darán cuenta, no podemos evitar el comparar a nuestros escritores favoritos, así que podemos decir que Kipling sólo puede equiparase con Joseph Conrad en cuanto a la descripción con tanto ardor de la experiencia del Imperio. Ambos fueron capaces de brindar el encanto de las imágenes y la sensualidad de aquellas tierras que muchos de su coetaneos jamás podrían visitar. Los dos solían vestir, con sensual encanto, la campaña británica en el extranjero, además de sufrir con los problemas tradicionales de la domesticidad y los amores románticos.
En la novela que nos ocupa, Kim, por ejemplo, los Sahib (hombres blancos) aparecen casi como seres bondadosos, sabios y más allá de cualquier contradicción. Parecen encajar en un mundo idílico, donde el imperialismo es visto como una bendición para el escritor y sus lectores. A lo largo de su obra, Kipling no parece distinguir ninguna contradicción entre la realidad de los países colonizados --en su caso la India-- y la brutalidad del capitalismo imperialista, que presentaría su peor cara en la aventura del Congo a cargo del gobierno Belga.
La contradicción, en todo caso, viene de la mentira que anida en los hombres. Ni aun en el caso de Kim podemos atisbar una lucha ideológica entre las diferentes fuerzas en disputa, sino una lejana idea de que el mal está por ahí, en algún lugar, lejos de nuestro universo; y en el caso de que dicha maldad nos alcance será a través de los personajes encarnados por los espías extranjeros, los rusos, quienes tienen el derecho y la oportunidad de redimirse en el mundo que habita un niño de origen irlandés, criado por la cultura hindú, quien coquetea y acepta tácitamente las ideas muslmanas y quien se convierte en el guía-aprendíz (Chela) de un santo budista.
Apuntemos que cuando Kipling debe viajar a Inglaterra y debe enfrentarse a la disciplina escolar en aquella patria, queda marcado definitivamente a través de su trato con una tal señora Holloway de Southse. Relación que resultaría tan traumática que fue tema constante de inspitación en su obra: la relación entre la juventud y la autoridad hostil.
Para Kipling y su obra, el mundo es un universo de hombres. El hecho de que las mujeres acosen a Kim cuando crece, no es mnico﷽﷽﷽﷽﷽﷽ como parte del IMperio personajes de Kim, Creighton, Mahbub, el babu e incluso el Lama ven la India como la veon un más que una enorme dificultad para participar en el Gran Juego, la otra parte del drama de esta historia, aunque no la más importante.
Así que además de encontrarnos con un mundo masculino dominado por los viajes, el comercio, la aventura y la intriga, también nos topamos con un escenario célibe, donde el romanticismo común de la ficción y su consecuencia lógica, el matrimonio, son evitados, engañados o prácticamente ignorados.
Creemos que es válido leer a Kim como una de las más grandes novelas de la literatura universal, (no por algo recibió el premio Nobel de lietratura en 1907) al margen de su carga de circunstancias políticas e históricas. De todas formas no podemos olvidar sus conexiones con la realidad de su tiempo y que Kipling observó con tanto cuidado. Sin duda, los personajes de Kim, Creighton, Mahbub, el babu e incluso el Lama ven la India como la veía Kipling: parte del Imperio Británico, un mundo en conflicto que Kipling jamás percibió, simple y llanamente porque nunca ¡lo vio!; para él no existía tal conflicto.
No podemos leer Kim como un relato de aventuras de un muchacho, o como una descripción detalladísima de la vida de la India; de hacerlo así entonces no disfrutaremos la novela que Kipling escribió en realidad. Kim es una contribución fundamental a esa orientalización de la India de la imaginación, y también lo es a eso que los historiadores llamamos la “invención de la tradición”.
Que lo disfruten.

Kipling, Rudyard, Kim, Ramdom House Mondadori, España, 445 pp., 2006. Traducción de Verónica Canales. Colección Grandes Clásicos.

1 comentario:

  1. Hannah Arendth en la segunda parte de su obra Los orígenes del totalitarismo cita esta novela para referirse al imperialismo como antecedente de los sistemas totalitarios de Satalin y Hitler.

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