“Furfur es un poderoso conde infernal que comanda veintiséis legiones de demonios. Causa frecuentes tormentas y maremotos. Tiene la forma de un ciervo alado cuyo rabo es de fuego. De ordinario, responde con mentiras a las preguntas que se le dirigen a no ser que se le fuerce a entrar en un triángulo mágico; en cambio, si se logra que entre en éste, da, con voz áspera y malhumorada, una solución perfecta y verdadera a los problemas que se le plantean, por muy complicado que pudiera ser.”
J. Collin de Plancy, Dictionarie Infernal.
Ésta es una de las múltiples entradas del curioso y divertido libro titulado: “El libro de los seres alados”, seleccionado y escrito por Daniel Samoilovich y que resulta una verdadera joya tanto literaria como libro-objeto, pues no sólo cuenta con las más inverosímiles entradas, sino que su muy copiosa selección de textos e imágenes hará las delicias de los lectores que disfruten de este libro.
Aquí se le pasa revista a todo ser, real o imaginario que ha surcado los cielos y cuya única regla es que tenga algún tipo de ala, ya sea natural o mecánica. Se le define, se le describe o se cuenta sobre él en canciones poemas, citas, descripciones, acertijos y toda aquella herramienta literaria que nos permita conocer a estos personajes que pueblan el imaginario humano desde todos los rincones de nuestro planeta y desde los tiempos más remotos.
No se trata de una enciclopedia exhaustiva sobre el tema, sino una muestra muy agradable sobre muy diversos personajes. Se contabilizan doscientas cincuenta entradas, conformadas por textos que por alguna razón el autor consideró atractivos, no necesariamente de la misma extensión ni de interés académico o docto.
Así que aquí no falta el célebre cuervo de Poe, el ruiseñor de Keats, el olímpico cisne de Darío o la mariposa de Chuang-Tzé inmortalizada por Borges. “El Zis es un pájaro legendario sobre el cual hay gran número de extraños cuentos folclóricos. El pájaro Ziz es tan grande como el Leviatán. Sus tobillos están sobre la tierra y su cabeza, en el cielo, llega hasta el trono de Gloria, donde canta canciones a Dios. Actúa como un agitador de los vientos que surcan la tierra, desplegando alas y oscureciendo la luz del sol. Unos viajeros vieron una vez al pájaro Zis en un lago y creyeron que las aguas estaban bajas porque sólo cubrían los pies del pájaro. Quisieron bañarse, pero desistieron cuando, al tirar un hacha dentro del lago, comprobaron que tardaba siete años en llegar a lo más profundo. Un huevo de Ziz cayó en la tierra en una oportunidad y quebró trescientos árboles. El líquido del huevo roto inundó dieciséis ciudades. Cuando llegue el Mesías, la carne de Ziz será servida en el banquete de los justos.”
Y una más: “La hija de Apolonio, Phenomonoe, dice que el Halieto tiene dientes pero carece de lengua y es por tanto mudo; es la más negra de las águilas, y la de cola más larga. Tiene el instinto de romper el caparazón de las tortugas que se roba, dejándolas caer desde lo alto. Así causó la muerte del poeta Esquilo: a éste el oráculo le había predicho para ese día la caída de una casa sobre su cabeza, por lo cual salió de la ciudad y buscó la seguridad del cielo abierto, que le resultó fatal”.
Foto: Elena Ariadna Cantarell. |
De esta manera, el libro, que comienza con la abeja y termina con el pájaro Zumaya, será un deleite para todo tipo de lectores, que poco a poco en sus ratos libres puede ir descubriendo los tesoros que guarda, pues la inmensa mayoría de las entradas son verdaderas joyas, ya sean en los textos como en las ilustraciones.
Usted encontrará al Atotolín, el Bacilisco, el Bifang, el Carancho, a diversos demonios, diablos, Dijiangs, dragones, el Murmur, el Pyrigonol, entre muchos otros. Hay que advertir que no se trata, en ningún momento, de esclarecer cuestiones controversiales de clasificaciones ornitológicas o de identificación y genealogías de dioses, mitos o demonios; sólo se consignan las cuestiones de este tipo cuando su propia exposición tiene un interés meramente literario.
Asimismo, y coherentemente con su carácter no enciclopédico, el texto no da más referencias cruzadas que las indispensables. Dicho lo cual, esperamos su arribo y consecuente disfrute de uno de esos libros que en sí mismo pueden definirse como hermosos, independientemente de las joyas que adornan la inmensa mayoría de sus páginas. Que se diviertan.
Samoilovich, Daniel, , 451 Editores, España, 365 pp., 2008. Selección de imágenes de Eduardo Stupía y el autor.
El libro de los seres alados
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