lunes, 18 de julio de 2016

Inés y la alegría

Palabra de lector 26

En 1936, un pequeño general de corte fascista, junto con otros de su calaña y apoyado por los fachos italianos y los nazis, encabezó un golpe de estado que terminó con la Segunda República Española.
Este hecho desembocó en la guerra civil española que tuvo un alto costo para las clases populares, las organizaciones populares, los izquierdistas (éstos sí de izquierda no como las caricaturas que hay en nuestro país), e incluso para la vida de grandes poetas como Miguel Hernández y Federico García Lorca, quienes representaban lo mejor de España, pero que a los ojos de los fascistas eran un peligro para la nación.
La tortura, las desapariciones, los asesinatos, la cárcel o el exilio era la suerte que le deparaba a cualquiera que no se ajustara a las directrices conservadoras, católicas y totalitarias del fascismo español y de este personaje que se hacía llamar generalísimo.
Claro que a la luz de la actualidad y la realidad que vivimos en México, los cientos de miles de víctimas del régimen militar franquista resultan trabajo de aficionados.
Inés y la alegría, la novela que da pie a los comentarios anteriores, ha resultado un inmenso descubrimiento para quien esto escribe. No sólo por la historia misma sino por la calidad de la pluma que la crea, Almudena Grandes.
A lo largo del texto hay infinidad de pasajes que se identifican con este lector, con su historia, con las historias que escuchaba desde pequeño.
Se trata pues de una narración sobre los guerrilleros españoles que entre el 19 y el 27 de octubre de 1944 invaden España, en un intento por reconquistar esa tierra masacrada por el fascismo español, aprovechando el avance y la prácticamente inminente victoria aliada.
Es una historia contada por tres personajes: Inés, Galán y la propia autora; es además un relato de mujeres, de distintas mujeres. De mujeres de hierro, de mujeres realmente guerreras y no las mamadas del discurso clasemediero del feminismo burgués que solemos encontrar en las redes.
Es la historia de la comida, de las pequeñas batallas, donde no sólo están incluidas las que implican balas, sino las cotidianas, las que hay que lidiar se sea o no comunista. Sí, porque la novela en cuestión es una historia de comunistas, de hombres y mujeres como usted o como su servidor, pero comunistas al final del día, o como dice en algún pasaje la cuñada de Inés:
“[Adela] Me insistió en que tenía muchas ganas de ver el restaurante nuevo y aún más deseos de conocer a su sobrina, pero las dos sabíamos muy bien cuál era el auténtico motor de su curiosidad. Galán también tenía ganas de verla, porque me había oído hablar mucho de ella, y tuve la suerte de que se cayeran en gracia mutuamente.
“Está muy enamorado de ti, se le nota mucho, y luego, además, para ser comunista, es muy normal. ¿A que sí? –yo no supe qué decirle, y ella siguió hablado sola-. Bueno, la verdad es que sois todos unos comunistas muy normales.
“¿A qué te refieres? No entiendo, Adela.
“Pues eso, normales- y hasta que no me lo explicó, no me di cuenta de que se había hecho un lío entre lo que había aprendido antes y después de nuestro reencuentro, lo que estaba acostumbrada a creer y lo que veía en mi casa, en el restaurante, cada vez que venía-. O sea, que estáis casados, tenéis hijos, los regañáis cuando se portan mal, trabajáis, lo normal…”
Es pues, la historia de personas, de gente como cualquiera, que quiere lo mismo que todos nosotros. Un mejor mundo para todos.
Aunque también es la historia de la derrota, la clandestinidad, la tortura, la cobardía, la ignorancia, la traición, la política y de la terrible y cruda realidad.
Que la disfruten.

Grande, Almudena, Inés y la alegría, Episodios de una guerra interminable, 1, México, Tusquets, 729 pp., 2010. Colección andanzas, número 730-1.

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