Palabra de Lector 75
La presente entrega, titulada La Capital, es una
de las siete novelas que conforman lo que se le llamó la Comedia humana
portuguesa, o como se les conoce en la actualidad: Escenas de la vida portuguesa, que originalmente se pensó
que constaría de 12 novelas.
Aunque la comparación con la gran obra de Honorato de
Balzac,
La Comedia humana, es ociosa, pues consideramos que no está a la
altura, sí hay una enorme aportación y riqueza en este grupo por parte del que,
a nuestro muy humilde juicio, es el más grande escritor de lengua lusitana,
incluyendo a los creadores brasileños del siglo antepasado.
Descubierta 25 años después (1924) de la muerte de Eça de
Queirós, por una mera casualidad puesto que sus hijos buscaban en realidad un
autógrafo inédito en la maleta donde se encontraban, La Capital vino a revivir el interés del autor de los Maias (quizá
la obra más importante del autor y un verdadero “dramocles” que para qué les
cuento –bueno, algún día lo haremos, en homenaje a este grandioso autor) por
parte de los lectores no sólo de habla portuguesa, sino de otras lenguas.
Una parte de la novela aparece en Portugal y otra, ya más
trabajada y corregida por el autor, es descubierta casi al mismo tiempo en Río
de Janeiro, por el hijo de José Duarte
Ramalho Ortigão (otro gran escritor portugués), quien rápidamente les escribe a
los hijos de Eça, notificándoles el hallazgo.
La capital, en palabras de su propio autor, es una novela que
describe una serie de pinturas un poco crueles de la vida literaria y nocturna
de Lisboa, donde literatos, periodistas, bailarinas, mujeres de vida nocturna,
políticos, exiliados y hasta revolucionarios, desnudan sus miserias y sus
taras, viviendo un mudo vertiginoso que les permite abstenerse de enfrentar la
realidad.
De hecho, el
personaje principal resulta un atolondrado provinciano que sueña con destacar
en la capital, y para ello despilfarra una pequeña fortuna. Él mismo sobrevalúa
una creatividad de la que carece y demuestra una credulidad que raya muchas
veces en la estupidez, toda vez que es engañado una y otra vez con lisonjas tan
falsas y superficiales como la gente en la que confía.
Como suele suceder en la obra del escritor portugués, todos los personajes
de la obra son útiles; ninguno aparece por casualidad, sin un fin, sin un
motivo definido; ninguno deja de tener una influencia mayor o menor en el
desarrollo de la acción.
El relato inicia colocando en el centro del drama al joven huérfano Arthur
Corvelo, quien vive modestamente con sus ancianas tías; además de sus
acompañantes, los jóvenes poetas y escritores que sueñan con cambiar al mundo
por uno nuevo, regido por la belleza y la aristocracia de la inteligencia.
Arthur se topará con cada uno de ellos a lo largo de la obra, pero ya en
otros planos, algunos más maduros y otros más desorientados. Esto marcará
enormemente al joven que nunca da ese salto intelectual, esa madurez necesaria
para enfrentar un mundo hundido en una sociedad salvaje y cruel.
De tal forma, el personaje vivirá añorando esas fantasías de la última
adolescencia, que lo colocan como víctima y hasta chivo expiatorio en las
diversas situaciones en que se ve involucrado, a punto tal, que el lector llega
a pensar que no puede ser posible tanta blandenguería, ingenuidad o, de plano,
tanta tontez.
Si bien su vida podría asegurarse como aprendiz de boticario, nuestro
antihéroe se siente fuertemente atraído por la vocación literaria romántica y
del ideal estético-revolucionario, de las cuales terminará siendo víctima y hazmerreir
en la gran Capital.
En resumen y con todo ello, es una gran obra de uno de nuestros escritores
favoritos.
Que la disfruten.
Queirós, Eça, La capital, Editorial Funambulista, España, 422 pp.,
2009. Traducción de Manuel Lobo Serra. Colección Grandes Clásicos.
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