Aquiles Cantarell M.
No, no es un folleto para divagar en una exposición gastronómica. Tampoco es un choro sacado de quién sabe dónde en internet, con una serie de datos y conocimientos “ancestrales” para promocionar una marca de azúcar con sabor a chocolate. Y mucho menos, un texto new age para engañar a la gente con supuestas capacidades mágicas, curativas o afrodisíacas de la semilla y sus derivados.
No, se trata simplemente de un texto en serio, escrito por gente profesional, para personas interesadas en la historia de la semilla del kao-kao (en maya), o sea el cacao, y su principal derivado, el chocolate.
Nos referimos al libro editado por el FCE, La verdadera historia del chocolate, escrito nada más y nada menos que por el famoso epigrafista Michael D. Coe y su esposa Sophie, quien realizara una profunda investigación sobre el tema (y les juro que no la sacó de Wikipedia), pero que lamentablemente no pudo concluir porque, finalmente, tomó anticipadamente su camino al gran Sacbe.
El libro pasa revista de la aventura del cacao a través de la historia. Originario de las tierras pantanosas del Golfo de México (tierra de los Olmecas) y de la región de la costa del Soconusco (Chiapas, Guatemala y el Salvador), zona hegemónica de la cultura de Izapa, el cacao viene a ser mucho más que una semilla de la que se obtiene una sustancia espesa y/o líquida llamada chocolate.
Para todos es bien conocida la dualidad de esta sustancia en Mesoamérica y lo complejo que debió de ser mantenerla en las bodegas, al mismo tiempo que se un alimento y una moneda aceptada en toda la región.
De ahí que el chocolate juegue un papel fundamental en las relaciones sociales de la nobleza, tanto en los mayas como en otros pueblos, donde, dada su característica dual, eran los reyes los principales consumidores del líquido precioso. Un dato curiosísimo es el alto valor placentero que se le adjudicaba a la espuma que puede producirse, ya que era más deseada que el mismo líquido en sí.
Bebida de élite per se, es probable que las clases bajas lo consumieran, pero en menor calidad y abundancia, y no como un aglutinador del tejido comunitario. Eso sólo pasa en las películas de Mel Gibson.
Si bien, los mayas eran consumidores masivos de su versión caliente del líquido precioso (se le llama así por su asociación con la sangre y los autosacrificios), los mexicanos llevan su consumo y su deleite a niveles superiores, con la diferencia de que a ellos les apetece consumirlo frío.
Si bien el primer contacto entre Europa y el cacao se da durante el cuarto viaje de Colón, serán los conquistadores y los sacerdotes quienes lleven la costumbre de consumirlo, primero en las cortes de los reyes españoles y luego entre la burguesía naciente de los siglos XVII y XVIII.
Durante un buen tiempo, el cacao fue motivo de disputas eclesiásticas sobre su carácter puro o impuro. Los jesuitas fueron los mejores y principales embajadores de esta bebida a lo largo y ancho del mundo. De hecho se entregaron viciosamente ante esta delicia del chocolate, la cual en el mundo actual es inconcebible su ausencia.
En realidad, este breve texto toca muy por encima la enorme cantidad de datos e historias alrededor del chocolate, por lo que seguramente disfrutará enormemente de su lectura.
Por cierto, resulta que es muy probable que la palabra chocolate no provenga de una palabra náhuatl llamada chocolatl, sino de un par de vocablos mayas que quieren decir, agua o bebida caliente. Se los dejo de tarea.
Que lo disfruten.
Coe, Sophie D., Michael D. Coe, La verdadera historia del chocolate, FCE, México, 396 pp., 2013. Traducción de Marco antonio Pulido Rull. Colección Tezontle.
No, no es un folleto para divagar en una exposición gastronómica. Tampoco es un choro sacado de quién sabe dónde en internet, con una serie de datos y conocimientos “ancestrales” para promocionar una marca de azúcar con sabor a chocolate. Y mucho menos, un texto new age para engañar a la gente con supuestas capacidades mágicas, curativas o afrodisíacas de la semilla y sus derivados.
No, se trata simplemente de un texto en serio, escrito por gente profesional, para personas interesadas en la historia de la semilla del kao-kao (en maya), o sea el cacao, y su principal derivado, el chocolate.
Nos referimos al libro editado por el FCE, La verdadera historia del chocolate, escrito nada más y nada menos que por el famoso epigrafista Michael D. Coe y su esposa Sophie, quien realizara una profunda investigación sobre el tema (y les juro que no la sacó de Wikipedia), pero que lamentablemente no pudo concluir porque, finalmente, tomó anticipadamente su camino al gran Sacbe.
El libro pasa revista de la aventura del cacao a través de la historia. Originario de las tierras pantanosas del Golfo de México (tierra de los Olmecas) y de la región de la costa del Soconusco (Chiapas, Guatemala y el Salvador), zona hegemónica de la cultura de Izapa, el cacao viene a ser mucho más que una semilla de la que se obtiene una sustancia espesa y/o líquida llamada chocolate.
Para todos es bien conocida la dualidad de esta sustancia en Mesoamérica y lo complejo que debió de ser mantenerla en las bodegas, al mismo tiempo que se un alimento y una moneda aceptada en toda la región.
De ahí que el chocolate juegue un papel fundamental en las relaciones sociales de la nobleza, tanto en los mayas como en otros pueblos, donde, dada su característica dual, eran los reyes los principales consumidores del líquido precioso. Un dato curiosísimo es el alto valor placentero que se le adjudicaba a la espuma que puede producirse, ya que era más deseada que el mismo líquido en sí.
Bebida de élite per se, es probable que las clases bajas lo consumieran, pero en menor calidad y abundancia, y no como un aglutinador del tejido comunitario. Eso sólo pasa en las películas de Mel Gibson.
Si bien, los mayas eran consumidores masivos de su versión caliente del líquido precioso (se le llama así por su asociación con la sangre y los autosacrificios), los mexicanos llevan su consumo y su deleite a niveles superiores, con la diferencia de que a ellos les apetece consumirlo frío.
Si bien el primer contacto entre Europa y el cacao se da durante el cuarto viaje de Colón, serán los conquistadores y los sacerdotes quienes lleven la costumbre de consumirlo, primero en las cortes de los reyes españoles y luego entre la burguesía naciente de los siglos XVII y XVIII.
Durante un buen tiempo, el cacao fue motivo de disputas eclesiásticas sobre su carácter puro o impuro. Los jesuitas fueron los mejores y principales embajadores de esta bebida a lo largo y ancho del mundo. De hecho se entregaron viciosamente ante esta delicia del chocolate, la cual en el mundo actual es inconcebible su ausencia.
En realidad, este breve texto toca muy por encima la enorme cantidad de datos e historias alrededor del chocolate, por lo que seguramente disfrutará enormemente de su lectura.
Por cierto, resulta que es muy probable que la palabra chocolate no provenga de una palabra náhuatl llamada chocolatl, sino de un par de vocablos mayas que quieren decir, agua o bebida caliente. Se los dejo de tarea.
Que lo disfruten.
Coe, Sophie D., Michael D. Coe, La verdadera historia del chocolate, FCE, México, 396 pp., 2013. Traducción de Marco antonio Pulido Rull. Colección Tezontle.
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