Foto: Elena Ariadna Cantarell |
La inmortalidad. El sueño de muchos a lo largo de la historia y el peor de los infiernos, para otros.
La idea de vencer a la muerte es uno de los deseos más caros de los humano. Miles de ideas y propuestas se han puesto en práctica buscando dicho fin y la literatura no es inmunea ello, pues se han escrito cualquier cantidad de obras con ese tema. Tan sólo un pequeño botón de muestra: Tú, el inmortal, de Roger Zelazny (premio Hugo en 1966); El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde; El curandero, de Paul Wilson; Drácula, de Bram Stoken y toda la cauda de obras sobre vampiros; el cuento: El Inmortal, de Jorge Luis Borges, que podría llevarnos a los cientos de relatos de ciencia ficción escritos con ese enfoque; Orlando, de Virginia Wolf; El hombre del Bicentenario, del infaltable Isaac Asimov, y Las intermitencias de la muerte, de José Saramago. En fin, son de las que de momento este escribidor recuerda, eso sin tomar en cuenta leyendas, mitos y referencias cruzadas o marginales incrustadas a lo largo de la historia de la literatura. Pues si sólo tocáramos el asunto del judío errante, por ejemplo, no acabaríamos este texto.
¿Qué hacer, cómo vivir en un mundo que se desmorona entre los dedos de quien es incapaz de morir, de envejecer… para quien el amor, los afectos, las personas y las cosas son sólo parte de un suspiro, de un sueño? ¿Cómo sobrevivir en mundos donde, después de ciertos años, la gente comienza a sospechar de ese ser que nunca envejece, que no se enferma? ¿Cuántos hay de ellos? Y si los hay ¿dónde se esconden?
En fin, las conjeturas y las problemáticas son infinitas y complejas; no es un tema sencillo, no sólo se trata de ir caminando en la senda del tiempo, viendo pasar la vida. Hay mil y un detalles, sucesos, situaciones que pueden trastocar a este ser, porque si bien no muere sí se le puede matar, o perder la vida en un accidente, en un viaje, en alguna circunstancia fortuita.
Éste es el tema principal de la novela que hoy nos ocupa: La nave de un millón de años, del maestro Poul Anderson, editada en la colección Zeta ciencia ficción, en su serie Nova.
Poul Anderson (1926-2001) es considerado uno de los principales exponentes de la ciencia ficción dura y también fue parte del grupo de escritores de la llamada edad dorada de la SciFi, encabezada por John W. Campbell. Aunque es reconocido por su labor como creador de obras de este subgénero de la literatura, es el autor de una importante y excelente novela de fantasía: La espada rota. Entre sus principales relatos y novelas se encuentran: Los niños del mañana, La onda cerebral, El crepúsculo del mundo, Los corredores del tiempo, Tau Cero y la novela que hoy nos ocupa.
La obra se ubica en muy diversos periodos, desde las primitivas tribus escandinavas, la Grecia clásica, pasando por el Japón Imperial, la Francia de Richelieu, la norteamérica de la conquista y aniquilación de sus habitantes nativos, la Segunda guerra mundial y la era de la posguerra hasta… la inmortalidad.
El lector no debe esperar una obra de corte épico, tan del gusto del lector norteamericano, sino un trabajo más reflexivo sobre las implicaciones que podría tener la carga de la inmortalidad a lo largo de la historia y las opciones de los posibles futuros para quienes tienen ese don o maldición, según se vea.
Es un libro interesante y será del agrado de quienes gustamos de este subgénero literario. Si bien no es un libro para quienes apenas exploran las posibilidades de la literatura fantástica, pues para eso hay otros textos más accesibles, no es, de ninguna manera, una obra escrita por un advenedizo, ni un texto facilón creado con la idea de generar un best seller, pues no hay que olvidar que el autor tuvo una formación científica y como la buena ciencia ficción, hay que tener una cierta cultura científica básica para poder deleitarse con este tipo de obras. Algo similar a lo que sucede en la fantasía hecha con seriedad.
Si bien es cierto que el libro trata sobre la inmortalidad, no se puede dejar de lado que, a fin de cuentas, también se trata del tema del viaje en el tiempo, tan caro para este escribidor. Ojalá se animen y le hinquen el diente a esta enorme novela de la SciFi. Que la disfruten.
Anderson, Poul, La nave de un millón de años, Ediciones B, España, 726 pp, 2009. Traducción deCarlos Gardini. Colección Zeta Ciencia Ficción, serie Nova, número 47.
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