martes, 28 de febrero de 2017

La sonrisa de la Gioconda

Palabra de lector 37
El señor Henry Hutton es el típico burgués de la Inglaterra de principios del siglo XX que aún carga diversos patrones y prejuicios del siglo anterior. Es un hombre rico, aburrido de la vida, preocupado en las juergas, los viajes, algunos libros (que refuercen su idea de ser un hombre culto) y amante de las mujeres. Sobre todos de aquellas que, al igual que él, llevan una vida placentera, ociosa y aburrida.
Al señor Hutton le gusta practicar el juego de la seducción, pero no con la intención obligatoria de sumar piezas de caza, sino simplemente por el placer del juego en sí.
Como mucho otros, el magnate también tiene amiguitas que sueñan con ser la señora Huntton, en algún momento de la vida.
Sin embargo, pese a esta visión desapasionada y viciosa del personaje, no tiene todos los hilos en la mano; hay cosas, gestos, actitudes que escapan a su mirada y que, en algún algún momento pueden costarle caro.
También el señor Huntton tiene una enorme casa, criados, tierras y… ¡ah, sí!, una esposa. Una mujer que alguna vez fue bella y que ahora es un costal de enfermedades y achaques que resultan bastante incómodos al señor de la casa. Si no fuera porque tiene que soportar la carga de esta mujer, él tendría una vida extraordinariamente placentera y libre.
Así que nuestro personaje suele entretenerse fuera del hogar. Principalmente, visitando a la señorita Jane Spencer, que demuestra un interés provocativo sobre su persona. A tal grado que, a raíz de un comentario que él hiciera sobre su sonrisa, ella fruncía la boca cada vez que sonreía para que fuera lo más parecido a la famosa sonrisa de Gioconda, de Leonardo Da Vinci.
Pero no era la única mujer, también estaba Doris, una criatura tan, pero tan simple, que a veces Henry se preguntaba si valía la pena perder el tiempo de esa manera.
Éste es, digamos, el entorno donde se desarrolla la historia que podría definirse como un cuento largo o una novela corta del autor de Un mundo feliz.
La sonrisa de la Gioconda es parte de un grupo de relatos que Aldoux Huxley publicó en 1922, como parte del libro: La envoltura humana, que se conforma por una serie de piezas breves, encabezadas precisamente por este relato.
Definido como una obra de intriga, cuya estructura ya revela las posibilidades de un futuro gran escritor, el relato fue llevado con gran éxito al teatro y al cine; esta última versión en una película dirigida por Zoltan Korda y protagonizada por Charles Boyer y Ann Blyth, estrenada en 1948 bajo el título Venganza de mujer.
El texto, como ya apuntamos, es breve y de fácil lectura; sin embargo, da pie para un sinfín de reflexiones sobre diversos tópicos, entre los que destaca la venganza, la visión de la burguesía improductiva, la moral, la superioridad de la vida y el pensamiento, y sobre todo, el engaño, que pueden crear diversas circunstancias, ya sean propicias o terribles, según como se vean.
Es pues, un buen pretexto para acercarse a la obra de este importante escritor, cuya vida no fue miel sobre hojuelas, sino que tuvo una enorme carga de vicisitudes que marcaron su visón del mundo (literalmente).
Sólo me resta apuntar que Huxley, vivió en un ambiente y una época de grandes personajes, con los que convivió y aprendió. Entre ellos destacan D.H. Lawrence, Virginia Wolf y Bertrand Russell, entre otros.
Por cierto, fue profesor de Eric Blair, mejor conocido como George Orwell. Que la disfruten.
Huxley, Aldous, La sonrisa de la Gioconda, Navona Editorial, Barcelona, 93 pp., 2014. Traducción de Enrique de Hériz.

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