martes, 13 de diciembre de 2016

El escudo de Herodoto

Palabra de lector 33

¿Quién es Herodoto? ¿Es realmente el padre de la historia, un etnógrafo adelantado a su tiempo o, como dice Flavio Josefo, en el siglo I de nuestra era: un mentiroso?
Estamos en el siglo V antes de Cristo y la oralidad de las narraciones está muy por encima de la posibilidad de lo escrito. Famosa es la anécdota, que cuenta Luciano, en la cual se dice que Herodoto realiza un recitado de sus libros en Olimpia, y es tal su éxito que a partir de entonces sus nueve libros son conocidos con los nombres de las nueve Musas.
Ahí mismo, el mismo Tucídides, siendo niño todavía, escucha al historiador relatar su obra. Es tal el encanto que ejerce sobre él, que quedó maravillado y estalló en llanto para, posteriormente, seguir los pasos del llamado padre de la Historia, que no historiador.
Ésta es sólo una pequeña muestra de las ideas que Francois Hartog plasma en su libro “El espejo de Herodoto”. Una profunda y larga investigación que busca desentrañar la realidad de uno de los personajes más polémicos del quehacer histórico.
Nadie niega el título de Padre de la historia que se le designa al nacido en Halicarnaso. Cicerón es el primero en llamarle así. Lo que se discute es qué es en realidad lo que hace Herodoto, pues juega el papel de etnógrafo, rapsoda, agrimensor, mitólogo y prehistoriador. Ah, y por supuesto, mentiroso redomado según sus detractores.
Durante siglos se le acusó de muchas cosas; tuvo una fama poco envidiable y no es sino hasta ya entrado el siglo XIX que se inicia su reivindicación y el reconocimiento como el padre de la Historia, y no ya el padre de la mentira.
Su obra se convierte entonces en el espejo del historiador que mira su propia identidad y lleva a la cuestión de ¿qué es en realidad ser historiador? ¿Hasta dónde es válido el oír y el ver? ¿Qué papel deben jugar los documentos, las fuentes? En fin, todo aquello que en la actualidad son la materia y las herramientas de la investigación histórica.
En los relatos referidos a los otros, a los no griegos, los escitas, los persas, los egipcios, Herodoto ve la contraparte lógica de lo no griego, de lo bárbaro, de lo contrario, de lo no deseado. Sin embargo, los hace jugar un doble papel, dependiendo desde qué perspectiva les mire, llegando incluso a ser casi griegos o comportarse como tales, creando una distancia artificial que le permite establecer la equivalencia de “nosotros” y “ellos”, tan común en muchas de las visiones históricas, y al mismo tiempo generar esa equidistancia negativa que nos permite mirarnos frente al otro y calificar lo que es válido y lo que no, en esa especie de lo politicamente correcto, tan de moda en estos tiempos.
El libro hace énfasis precisamente en esta perspectiva, al analizar las reglas operatorias de la fabricación del otro; descubre la retórica de la alteridad, los vínculos entre el narrador y su destinatario, sea éste un escucha o un lector; entre los enunciados del texto y el saber compartido que nos permite establecer los supuestas sobre los que se construye cualquier historia y plantea, de manera muy acuciosa, esa delgada línea de las relaciones entre la historia y la ficción. Si no, pregúntenle a Christian Duverger y su “Ancla en la arena”.
Cuando los griegos pasan de la epopeya a la historia, el campo del pensamiento reflexivo se amplía en varias direcciones. Ya no se festeja el recuerdo de las hazañas, como sucede en la epopeya, sino que se trata de conservar la memoria de los actos de los hombres; expresar y recordar los rastros y signos de la acción ya no de tal o cual héroe singular, sino de los griegos y los bárbaros, es decir, de todos los hombres.
Así, mientras el aedo, con la certeza de un maestro de la alabanza e inspirado por la musa, promete una gloria “que no se consume”, el historiador, circunscrito por el tiempo propio de los hombres, hablando de asuntos humanos, con su saber y en su nombre, sólo pretende luchar contra el olvido. Mediante el despliegue de su historia, él querría que todos esos signos del quehacer de los hombres no fueran privados de su gloria (kléos, en griego), que no “desaparezcan” como una pintura borrada gradualmente por el tiempo.
Eso, es Herodoto.

Hartog, Francois, El espejo de Herodoto, Argentina, FCE, 2004, 262 pp. Traducción de Daniel Zadunaisky. Sección de obras de Historia.

jueves, 1 de diciembre de 2016

El futuro digital

palabra de lector 32
 

Aterrador. Ubicado entre los “Alienígenas Ancestrales” de History Channel y el manual de la CIA “Cómo derrocar a un gobierno no amigo”, que debe de existir en algún rincón de esa truculenta organización, los autores de El futuro digital tratan de convencernos de la neutralidad de la tecnología y, de paso, de sus inocuas intenciones que son mancilladas por gobiernos antidemocráticos y totalitarios, o los malditos hackers-terroristas que pululan fuera del mundo libre.

¿Realmente son tan ingenuos Eric Schmidt y Jared Cohen? Me refiero a los autores de dicho texto, o ¿nos quieren ver la cara de …? o ¿no son más que los jilgueros de una empresa que, implícita y explícitamente, pretenden dominar el mundo virtual a través de su tecnología, hoy pomposamente llamada plataforma Google?

Porque hoy, más que nunca, los miles de millones de usuarios de las redes sociales y los navegantes de la web son tan “libres” de realizar sus tareas virtuales bajo la égida de empresas como Google, FaceBook, Twitter y demás lindezas que nos dicen y dictan qué es lo adecuado, lo popular, lo políticamente correcto, lo que debemos hacer, vestir, visitar, leer. Todo ello, basado en algoritmos que anteponen lo popular a lo importante.
Bajo esta premisa es entendible por qué los autores llevan más de una década y media empujando el uso de los teléfonos inteligentes como la tecnología ideal para cualquier tarea, aunque esos mismos mini dispositivos limiten las posibilidades de productividad de sus usuarios.

Para ellos, con un celular se hacen revoluciones, se manejan negocios, se domina al mundo. ¿Por qué? Pues porque para empresas como las que ellos representan lo que importa es la masividad de los usuarios, los miles de millones de mirones-tráfico, los íbidem de humanos embebidos en las pequeñas pantallas de estos dispositivos que significan huestes ingentes de consumidores potenciales. Ojo, consumidores, más que nada.

Para los autores, el uso de la tecnología se divide en dos campos. Nosotros los buenos y los otros los malos. Principalmente lo aplican con países como China, pero ¡oh, dioses del Olimpo! En alguna de sus páginas enseñan el cobre. China es el gran enemigo, porque simple y llanamente no los ha dejado entrar a ese enorme mercado de 1,381,790,010 de ¡chinitos! Aunque ellos traten de disfrazarlo de una lucha por la libertad y los derechos humanos.

En fin, se trata de un largo argumento en pro de la libre empresa, o para ser más precisos, de SU empresa. Eso sí, hay que decirlo, adornado con un número enorme de anécdotas de cómo las revoluciones se pueden ganar con un smartphone o cómo los maldosos tratan de controlar a las indefensas poblaciones de los países pobres, limitando no los dispositivos tecnológicos, sino el sacrosanto acceso a Internet. Algo que no pasa en Disneylandia. Aunque ahí la SNA se la pase espiando a sus ciudadanos.

Nadie niega la importancia y el papel que están jugando las herramientas de la virtualización y la ubicuidad en el mundo moderno. Nadie pone en duda lo fundamentales que son las herramientas tecnológicas en la actualidad, pero de eso a afirmar que la humanidad ya no puede vivir al margen de ello y que, además, todo es posible con un teléfono celular y una conexión a internet, es ya jalársela en demasía. Pero así son los gringos.

Éste seguramente será un texto orgásmico para los adoradores-fanáticos de las TIC, que suelen sólo ver la parte bonita del asunto, porque les sobará el ego y les dará la razón. Porque en ningún momento, el texto y sus autores realizan una autocrítica de lo que han construido, de lo que hicieron, hacen y harán, y mucho menos cuestionar los intereses y la filosofía e ideología que se encuentra detrás de las políticas y estrategias tecnológicas de Silicon Valley; porque sí existen y son las que están llevando a la humanidad a ese aislamiento social e inhumano (en el sentido de alejamiento del ente humano), tan cotidiano ya, que no nos asombra. Todo “por un puñado de dólares”. De ahí que este texto sea realmente aterrador.

Schmidt, Eric, Jared Cohen, El futuro digital, España, Ediciones Amaya Multimedia, 430 pp. 2014. Colección: Social Businness.

lunes, 10 de octubre de 2016

La vida cotidiana en México

palabra de lector 30

Desde hace un buen rato, el estudio de la historia se amplió hacia aspectos que podrían ser considerados intrascendentes por los clásicos del siglo XIX.
Lo que hoy se considera como un producto de la escuela de los Annales, la llamada historia de las mentalidades, no es más que la expresión que se usa desde principios del siglo XX para la representación de la cultura y las estructuras que los individuos de una determinada sociedad tienen y entienden sobre su mundo. Su estudio parte de la historiografía moderna y también se le llama historia de la sensibilidad. Su objeto de estudio retoma todas las expresiones de vida cotidiana como complemento de la macro-historia.
Nada es ajeno a ello, de ahí que los historiadores franceses hallan llevado a su más acabada expresión la investigación en este sentido.
En la actualidad existen infinidad de textos de todo tipo; muchos de ellos resultan una delicia para el lector común y corriente, y un enorme tesoro para los especialistas.
Un ejemplo es la colección que hoy nos ocupa y que fue conformado y editado entre el FCE y el Colegio de México. Nos referimos a la serie “Historia de la vida cotidiana en México”.
Dirigida por Pilar Gonzalbo Aizpuro, la obra integra una enorme variedad de textos de diferentes autores que exploran las muy diversas caras de la vida cotidiana en el territorio que conforma nuestro país. Al margen de los grandes acontecimientos, los seis tomos pasan revista desde la historia del México prehispánico, hasta el siglo XX y mantiene un equilibrio temático entre la historia cotidiana del campo y la ciudad, las élites y el pueblo llano, entre lo permitido y lo prohibido.
En el caso del Tomo I, que este escribidor releyera, por razones que involucran a la ciudad de Teotihuacan, se hace un reencuentro con algunos datos que en la primera lectura pasaron desapercibidos.
Por ello sólo recomendaremos los capítulos dedicados a Teotihuacan, Los mayas (por supuesto) y un muy interesante apartado dedicado a la vida en el valle de México y sus alrededores en tiempos de la hegemonía mexica, principalmente el apartado 10, que aborda la actitud de los moralinos mexicas ante la homosexualidad y la prostitución durante el postclásico y que tan de moda se ha puesto gracias a las andanzas de la iglesia y la derecha mexicanas.
Esto no quiere decir que no se haya pasado revista a los otros cuatro tomos, pero por razones arriba expuestas, la relectura de este texto en particular resulta muy enriquecedor y deja claro que el trabajo de los historiadores nacionales en este ámbito está a la altura de las mejores escuelas de este corriente en el mundo.
Así las cosas, confiamos en que, si usted está interesado en la vida cotidiana de nuestro país, ésta es una excelente guía. Por cierto, puede adquirirla por separado o en un bonito estuche con la colección completa.

Historia de la vida cotidiana en México: Tomo I. Mesoamérica y los ámbitos indígenas de la Nueva España, Escalante Gonzalbo, Pablo.

Historia de la vida cotidiana en México: Tomo II. La ciudad barroca, Rubial García, Antonio.
Historia de la vida cotidiana en México: Tomo III. El siglo XVIII: Entre la tradición y el cambio, Gonzalbo Aizpuru, Pilar.
Historia de la vida cotidiana en México: Tomo IV. Bienes y vivencias. El siglo XIX, Staples, Anne.
Historia de la vida cotidiana en México: Tomo V: Volumen 1. Siglo XX. Campo y ciudad, Reyes, Aurelio de los.
Historia de la vida cotidiana en México: Tomo V: Volumen 2. Siglo XX. La imagen, ¿espejo de la vida?, Reyes, Aurelio de los.

lunes, 29 de agosto de 2016

El lector de Julio Verne

Palabra de lector 29

El segundo tomo de Episodios de una guerra interminable, titulado El lector de Julio Verne, de Almudena Grandes, no es ya ninguna sorpresa.
Escrito con la maestría que ya caracteriza a esta escritora, al menos de las obras que le hemos leído, nos remonta a la España franquista, fascista y de cómo era el mundo en la vida rural después de la derrota de la Segunda República.
Ubicada en la misma región de la trama de la primer novela de esta serie, Inés y la alegría, y en la década de los 40, nos sorprende con la historia vista desde el otro lado, del lado de la Guardia Civil, en la que las cosas no suceden como podríamos pensar, ni siempre son lo que parecen.
La historia es contada desde la perspectiva de un niño de nueve años, Antonino o Nino como le dicen los habitantes de su pueblo, quien es hijo de un guardia civil y que vive, como parte de su cotidiano, el terror de la vida en un estado de guerra permanente, en donde a sólo unos pasos, con delgadas paredes de separación, es posible escuchar e imaginar los horrores que la tortura fascista ejerce sobre todo aquel que es sospechoso de ser “rojo” o simpatiza con aquellos hombres que han preferido abandonarlo todo para subirse al monte y, desde ahí, hacerle una guerra de desgaste a los representantes del fascismo español.
Por ahí, en las márgenes de lo urbano y el monte, se encuentra Pepe el Portugués, un forastero misterioso, fascinante, aparentemente chivato del status quo que convierte a Nino en su mejor amigo y confidente, y con quien pasa muchas tardes a la orilla del río, pescando cangrejos.
Lo que sí es claro para nuestro héroe es que nunca será guardia civil, aunque su padre se esfuerce y se angustie por garantizarle un puesto en esa estructura, aunque sea como oficinista. De ahí que comience a recibir clases de mecanografía en el cortijo de las “Rubias”, un grupo de mujeres solas, viudas y huérfanas que resisten en la frontera entre el monte y el llano, y de las que se sospecha que son “rojas”.
Es ahí donde Nino descubre que hay lecturas más allá de los comics de vaqueros que suele leer en el cuartel de la guardia civil, donde además se encuentra su casa.
Así este niño descubre un mundo distinto, maravilloso, a través de las novelas de aventuras del más famoso autor francés del genero de la ciencia ficción: Julio Verne, y ello lo convertirá en otra persona.
Es en este tiempo, de crecimiento, descubrimientos y nuevas experiencias, que Nino descubrirá lo que significa un beso, que hay una guerra que se libra a su alrededor, que  los enemigos de su padre no son los suyos y que guerrilleros como Cencerro, son inmortales.
Es pues, una enorme novela. Una visión distinta sobre lo que vivió el pueblo español durante ese periodo de terror. Sea pues de su agrado la lectura y esperamos que no deje pasar por alto los numerosos  guiños que hace la autora a la historia anterior, la de Inés y la alegría.
Que la disfruten.

Grandes, Almudena, El lector de Julio Verne, Tusquets, México, 417 pp., 2012. Episodios de una guerra interminable, volumen 2, Colección Andanzas, número 730-2.

miércoles, 10 de agosto de 2016

El libro de los Baltimore

Palabra de lector 28

Uno de los problemas más difíciles de superar para un escritor, es el mantener el nivel a lo largo de su obra. Numerosos son los casos de escritores que después de su ópera prima, las subsecuentes resultan obras agotadas, apresuradas o de plano malísimas.
También se encuentran aquellos que después de ser grandes escritores, la fuente de su inspiración se agota y terminan por convertirse en un escritor más. El caso que nos viene a la memoria es Milán Kundera, a quien una vez que le llegó la fama, la lana y la presión de su editorial, se acabó el rencor y también la excelencia de su obra.
En fin, son las vicisitudes del oficio de escribidor y uno como lector apechuga y apechuga, esperando que vuelvan los buenos tiempos, cuando nuestros héroes de la pluma eran chéveres.
Algo parecido nos sucede con Joël Dicker, este joven escritor suizo, nacido en 1985 y cuyas dos primeras novelas fueron toda una revelación para sus lectores, entre ellos, quien esto escribe. “Los últimos días de nuestros padres”, novela escrita en torno a los servicios de inteligencia y la guerrilla francesa durante la segunda guerra mundial, resultó una verdadera joya literaria, con un buen ritmo, excelente trama y un manejo de los personajes realmente creíbles.
Este éxito nos llevó a esperar con ansiedad y descubrir en su segunda entrega, “La verdad sobre el caso Harry Quebert”, un reencuentro con la novela policiaca que hacía mucho no visitábamos. De ahí que el día que vimos que una tercera era anunciada en el costado de uno de los camiones-peseros que circulan por la avenida Mariano Escobedo, raudos asolamos las murallas de nuestra librería favorita para hacernos de la nueva propuesta.
Un thriller, decían. Y con ello, hicimos a un lado los textos pendientes y nos enfrascamos en la lectura de la nueva propuesta de Dicker, “El libro de los Baltimore”.
Para comenzar, debemos decir que no se trata de un thriller, de ninguna manera. Es un drama interfamiliar que tiene algunas pinceladas de ello, pero que en su conjunto es más bien una narración temporal sobre el encumbramiento de una familia y su estrepitosa caída, con sus ya predecibles chispazos de todo tipo de situaciones, sospechas, medias verdades y tragedias que colocan al texto más cerca de las obras de consumo aeroportuario que de una obra más compleja, como si el autor haya decidido por fin entrarle a la enorme maquinaria de la literatura de consumo, que hace las delicias de los aficionados a los booktubers de moda.
De la novela, bien poco podemos decir. No es una mala historia, pero sí se encuentra muy atrás de sus dos predecesoras.
La historia se inicia cuando uno de los personajes principales está a punto de ser condenado por asesinato y Marcus Goldman, protagonista de La verdad sobre el caso Harry Quebert, es convocado por uno de sus tíos. A partir de ahí, la historia se convierte en una narración sobre una familia dividida en dos y con demasiados secretos, los Goldman de Baltimore y los Goldman de Montclair.
Si usted tiene una tarde libre, un fin de semana y no se quiere complicar la vida, puede entrarle con confianza. Mientras tanto, este ingenuo escribidor esperará con absoluta inocencia y fe la próxima entrega del señor Dicker. Que se divierta.

Dicker, Joël, El libro de los Baltimore, Alfaguara, México, 479 pp., 2016. Traducción de María Teresa Gallego Urrutia y Amaya García Gallego. Colección: Narrativa internacional.

viernes, 29 de julio de 2016

El ancla de arena

Palabra de lector 27

Fuente: Fanglik1487.wordpress.com
Antes de entrar al tema, dos comentarios.
El primero de ellos nos lo hizo el doctor en historia, Alberto Soberanis y dice: “Lo que Duverger no pudo demostrar como historiador, ahora lo presenta como ficción”.
El segundo, es de quien esto escribe: Como novelista, Duverger es un excelente historiador.
Y es que nos referimos a la primera novela que publica el afamado investigador Christian Duverger, en la que aborda la fantástica, en todos los sentidos, historia de uno de los personajes más elusivos de la historia, nos referimos al Almirante de la Mar Océano, Cristóbal Colón.
Si bien para nadie son desconocidos sus cuatro viajes a lo que hoy llamamos América y que desde pequeños se nos enseñan los nombres de sus primeras tres carabelas, su historia está llena de misterios y mentiras.
El problema que enfrentan los historiadores, es que gran parte de su historia y biografía está construida a través de fuentes de segunda y hasta tercera mano, muchas veces contradictorias. Hay documentos perdidos, algunos tal vez destruidos y estos enigmas llegan a tal nivel que incluso se desconoce quién era este señor, dónde nació, cómo se le ocurrió el asunto de viajar con total convicción hacia el poniente, así como su extraña relación con los reyes de España, principalmente con la reina Isabel.
Se sabe, por ejemplo, que durante el primer viaje llevaba dos bitácoras de a bordo, una donde apuntaba los avances reales de sus naves, y otra donde consignaba totalmente otras cifras; unos dicen para no causar temor entre sus marinos, y otros, que lo hacía para despistar a posibles espías a bordo.
También es conocida su deshonestidad para con sus hombres. Por ejemplo, ofreció un premio en metálico a quien avistara tierra primero, algo así como diez mil maravedíes, que era una pequeña fortuna ofrecida por los soberanos. Sin embargo, una vez vista la nueva tierra por un grumete llamado Rodrigo de Triana, a las dos de la mañana del 12 de octubre de 1492, desde el puesto de vigía de La Pinta, Colón argumentó que había sido él, la noche anterior al descubrimiento, como a las 10 de la noche, cuando había "vislumbrado" una luz en el horizonte hacia donde se encontraba la tierra prometida. Rodrigo de Triana nunca recibió su recompensa y la historia dice que más tarde intentó asesinar a Colón por este acto de mala fe.
Duverger narra éstas y otras historias que van formando un cuadro nada reconocible y aceptable de uno de los más grandes exploradores de la historia. Incluso llega a insinuar que el Almirante recurrió al asesinato con tal de ser el único detentador del secreto de las tierras prometidas y, lo más importante, el método para realizar ese viaje de ida y vuelta.
Duverger recurrió a la novela para exponer sus teorías que giran en gran medida alrededor del diario de a bordo de ese primer viaje. De ahí que los lectores deben de ser muy atentos a lo que sugiere el autor y que, aunque va más allá de la trama, muchas veces parecen ser datos creados de y para la ficción.
En cuanto a la trama de la novela, está llena de lugares comunes por lo que hay momentos en que sentimos que leemos a un imitador de Umberto Eco o de Pérez Reverte. Se trata de una trama predecible, pero como ya hemos dicho, el valor del texto está en los datos y las propuestas que el autor nos hace sobre la vida de este personaje escurridizo, que bien podría ser o venir de una familia de conversos judíos. Recordemos que, en aquellos momentos en España, ser judío era un peligro mortal. De ahí la importancia en la insistencia de su origen genovés, pues eso eliminaría cualquier hipótesis de un Cristóbal Colón judío. Su origen "ubicado" en Liguria es un pasaporte de cristiandad, porque por aquella época en Génova no hay una comunidad judía; al parecer esta idea tiene su origen en la Italia del siglo XIX, lo cual coincide con un movimiento a favor de canonizar al explorador y convertirlo en un santo americano necesario.
El tema de la trama gira alrededor de las dos versiones que se hicieron del Diario de a bordo y que parecen tener la clave de la intrincada historia de Colón y los reinos de España y Portugal.  Toda la historia se inicia en la frontera de España y Francia, donde un comando de la policía captura a un grupo de miembros de la ETA que llevan de contrabando un misterioso manuscrito para venderlo en el mercado negro. Al mismo tiempo, aparece el cuerpo de una mujer, una historiadora, con quince puñaladas.
Para finalizar, un último comentario. Si en nuestro país los historiadores vivieran y pudieran trabajar como los personajes de la novela, a todo lujo, les aseguro que la carrera de historia tendría más estudiantes que la de medicina.
Que se diviertan.


Duverger, Christian, El ancla en la arena, Penguin Random House, Grupo Editorial, México, 377 pp., 2016.

lunes, 18 de julio de 2016

Inés y la alegría

Palabra de lector 26

En 1936, un pequeño general de corte fascista, junto con otros de su calaña y apoyado por los fachos italianos y los nazis, encabezó un golpe de estado que terminó con la Segunda República Española.
Este hecho desembocó en la guerra civil española que tuvo un alto costo para las clases populares, las organizaciones populares, los izquierdistas (éstos sí de izquierda no como las caricaturas que hay en nuestro país), e incluso para la vida de grandes poetas como Miguel Hernández y Federico García Lorca, quienes representaban lo mejor de España, pero que a los ojos de los fascistas eran un peligro para la nación.
La tortura, las desapariciones, los asesinatos, la cárcel o el exilio era la suerte que le deparaba a cualquiera que no se ajustara a las directrices conservadoras, católicas y totalitarias del fascismo español y de este personaje que se hacía llamar generalísimo.
Claro que a la luz de la actualidad y la realidad que vivimos en México, los cientos de miles de víctimas del régimen militar franquista resultan trabajo de aficionados.
Inés y la alegría, la novela que da pie a los comentarios anteriores, ha resultado un inmenso descubrimiento para quien esto escribe. No sólo por la historia misma sino por la calidad de la pluma que la crea, Almudena Grandes.
A lo largo del texto hay infinidad de pasajes que se identifican con este lector, con su historia, con las historias que escuchaba desde pequeño.
Se trata pues de una narración sobre los guerrilleros españoles que entre el 19 y el 27 de octubre de 1944 invaden España, en un intento por reconquistar esa tierra masacrada por el fascismo español, aprovechando el avance y la prácticamente inminente victoria aliada.
Es una historia contada por tres personajes: Inés, Galán y la propia autora; es además un relato de mujeres, de distintas mujeres. De mujeres de hierro, de mujeres realmente guerreras y no las mamadas del discurso clasemediero del feminismo burgués que solemos encontrar en las redes.
Es la historia de la comida, de las pequeñas batallas, donde no sólo están incluidas las que implican balas, sino las cotidianas, las que hay que lidiar se sea o no comunista. Sí, porque la novela en cuestión es una historia de comunistas, de hombres y mujeres como usted o como su servidor, pero comunistas al final del día, o como dice en algún pasaje la cuñada de Inés:
“[Adela] Me insistió en que tenía muchas ganas de ver el restaurante nuevo y aún más deseos de conocer a su sobrina, pero las dos sabíamos muy bien cuál era el auténtico motor de su curiosidad. Galán también tenía ganas de verla, porque me había oído hablar mucho de ella, y tuve la suerte de que se cayeran en gracia mutuamente.
“Está muy enamorado de ti, se le nota mucho, y luego, además, para ser comunista, es muy normal. ¿A que sí? –yo no supe qué decirle, y ella siguió hablado sola-. Bueno, la verdad es que sois todos unos comunistas muy normales.
“¿A qué te refieres? No entiendo, Adela.
“Pues eso, normales- y hasta que no me lo explicó, no me di cuenta de que se había hecho un lío entre lo que había aprendido antes y después de nuestro reencuentro, lo que estaba acostumbrada a creer y lo que veía en mi casa, en el restaurante, cada vez que venía-. O sea, que estáis casados, tenéis hijos, los regañáis cuando se portan mal, trabajáis, lo normal…”
Es pues, la historia de personas, de gente como cualquiera, que quiere lo mismo que todos nosotros. Un mejor mundo para todos.
Aunque también es la historia de la derrota, la clandestinidad, la tortura, la cobardía, la ignorancia, la traición, la política y de la terrible y cruda realidad.
Que la disfruten.

Grande, Almudena, Inés y la alegría, Episodios de una guerra interminable, 1, México, Tusquets, 729 pp., 2010. Colección andanzas, número 730-1.

martes, 28 de junio de 2016

Los sonámbulos

Foto: Aquiles Alexei Cantarell.
Palabra de lector 25

Quizá uno de los libros que más han impactado a este escribidor en su larga carrera como divulgador de la ciencia (35 años, en el business) ha sido el de Los sonámbulos, de Arthur Koestler.
Se trata de una historia de la cosmología, que arranca con los babilonios, pasa por la filosofía griega y concluye con la síntesis que realizara Newton de todo el conocimiento acumulado y disperso a lo largo de la historia.
Su característica principal, hasta ese momento, es que se trata de un pensamiento fundamentalmente especulativo, hasta el advenimiento de las matemáticas avanzadas (el cálculo) y la geometría moderna.
Abordado como un verdadero texto de divulgación y un ejemplo de cómo se debe hacer historia de la ciencia, el libro que hoy nos ocupa es una obra imprescindible para quienes están interesados en los temas astronómicos, la historia del conocimiento y la vida de personajes tan interesantes como Copérnico, Tico de Brahe, Kepler, Galileo y por supuesto Newton, entre otros gigantes que contribuyeron al avance del conocimiento científico en un periodo donde las reglas del juego eran dictadas desde las imponentes salas de la iglesia cristiana.
Esto no quiere decir que se haya obstaculizado el avance; ellos también traían su juego y contaban con sabios religiosos muy atentos y propositivos al avance del conocimiento.
Esto viene a colación porque el libro despeja y nulifica muchas de las leyendas urbanas creadas alrededor de los personajes. Dos ejemplos....
La iglesia nunca torturó ni obligó a Galileo a desdecirse de sus palabras, ni mucho menos expresó la frase “… y sin embargo se mueve”, misma que ha hecho las delicias, durante años, de quienes ven esta “confrontación” iglesia-ciencia, desde gayola.
Asimismo, la famosa manzana o la bala de cañón lanzada desde la torre de Pisa, son meros adornos fantásticos a la leyenda de estos personajes.
Aunque es cierto que estas anécdotas pintan de pies a cabeza las personalidades de estos actores de la historia e influyen en la forma de cómo abordaron los problemas científicos en su momento, desde la desconfianza natural de Copérnico hasta el gusto por la confrontación y la mecha corta de Galileo, o las desventuras de Kepler y su sufrimiento de estar a la sombra de Tico de Brahe.
El texto no sólo pasa revista a los hechos, amén de detenerse puntillosamente en los líos en los que se metió Galileo por su necedad y deseo de ser el número uno de su tiempo, sino que es una reflexión sobre el proceso de madurez del pensamiento científico hasta Newton.
El autor, además, demuestra un magistral manejo de sus fuentes y una fácil y accesible lectura, incluso en aquellos pasajes que podrían resultar incómodos a los lectores nóveles en estas lides de la divulgación científica. Es también una lección de cómo un periodista o historiador, puede encarar el reto de explicar un proceso del conocimiento de una manera entretenida.
Al autor, de origen húngaro pero nacionalizado inglés, se le reconoce por su admirable prosa y es autor de obras como El cero y el infinito, y Testamento español, además del que ahora nos hemos referido. De verdad, lo disfrutarán como enanos.

Koestler, Arthur, Los sonámbulos, Historia de la cambiante cosmovisión del hombre, Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, México, 1981, 598 pp. Traducción de Alberto Luis Buxio.

jueves, 23 de junio de 2016

El hombre que pudo reinar

Palabra de lector 24


Cuando tenía entre 15 y 16 años, solía esperar a mi madre a que llegara de sus agotadoras y larguísimas jornadas laborales que se le imponían en su trabajo en la Caja General de la Tesorería del DF. Principalmente si era fin de mes, el trabajo de consolidar toda la recaudación de la ciudad podía alargarse, más si las cuentas no cuadraban.
En estas largas noches, solía ver las películas que trasmitía el canal 11; si no mal recuerdo el programa se llamaba “Cine del 11”.
En una de esas desveladas me encontré con la sorpresa de una cinta que me impactó enormemente; se titula “el hombre que pudo ser rey”, protagonizada por Sean Connery, Michael Cain y Christopher Plummer, entre otros.[1]La película se basa en un cuento de Rudyard Kipling y cuenta la historia de dos
aventureros (Danny Dravot y Peachy Carnehan) que viajan a la India en 1880, sobreviviendo gracias al contrabando de armas, entre otras mercancías, y un día deciden hacer fortuna en el legendario reino de Kafiristán.
Este relato abre el texto que hoy nos ocupa y uno de los cuentos preferidos de quien esto escribe. El libro está completado con otros tres maravillosos cuentos: La historia más bella del mundo, “ellos” y El toro que pensaba. Cada uno es un hermoso y sorprendente viaje al mundo fantástico de Kipling.
En el caso de La historia más bella del mundo, el autor nos mantiene expectantes sobre el contenido de lo que promete el poder, al fin, leer la historia más bella jamás escrita. Pero una cosa es desear y otra muy distinta es poder hacerlo.
En lo que se refiere al tercer texto, el autor nos traslada a algún lugar en los bosques de Norteamérica, para ser testigos de algo que no todos tenemos el privilegio de ver. Se trata de una historia profunda y a la vez enternecedora, aunque con el advenimiento del cine de suspenso, su desarrollo en estos tiempos es predecible. Sin embargo, creo que es el mejor cuento de la obra.
Finalmente está la historia de El toro que pensaba, un relato obligatorio para todos los amantes de la fiesta brava. Aunque es una historia que podría entrar en el campo de lo fantástico, resulta un verdadero deleite y una alegoría del ritual que se celebra durante la lidia de toros. Si a eso le suma que uno de los personajes resulta ser muy inteligente, tendrá en sus manos una bella historia sobre una de las actividades culturales que hoy se encuentra en entredicho por las nuevas actitudes derivadas de lo políticamente correcto.
El libro, de tan sólo 198 páginas, puede disfrutarse fácilmente durante una de estas tardes lluviosas y el lector será transportado a través de la magia de este grandioso escritor del siglo XIX y, como seguramente se habrá dado cuenta, es uno de mis preferidos.
Vaya pues y aprenda la lección del peligro que implica ser un dios, perder la oportunidad de su vida y disfrutar de una inusual corrida de toros. Que se divierta.

Kipling, Rudyard, El hombre que pudo reinar y otros cuentos, 2da. edición, Ediciones Valdemar, España, 198 pp., 2009. Traducción de Fernando Jadraque. Colección: El club de Diógenes, número 202.

[1] Título original: The Man Who Would Be King, EU, 1975. Duración: 129 minutos. Director: John Huston. Guión: John Huston, Gladys Hill. Basado en un cuento de Rudyard Kipling. Música: Maurice Jarre. Fotografía: Oswald Morris.


miércoles, 25 de mayo de 2016

La fórmula preferida del profesor

Palabra de lector 23

Hermosa historia, así sencillamente, como lo son las matemáticas. Y es que el libro al que ahora nos referimos no sólo es una novela sobre un profesor, una asistente de limpieza y su hijo; se trata de una historia sobre la belleza de las matemáticas, sobre su perfección. Cualidad que muchos de nosotros somos incapaces de apreciar, ni siquiera cuando, como en el caso de este escribidor, convivimos cotidianamente con un matemático quien encuentra en cada hecho de la vida, en cada parte del universo, de los alimentos o de cualquier cosa, relaciones numéricas que lo llevan a demostraciones no siempre elegantes, referencias numéricas, secuencias, fórmulas, teoremas, todas ellas llenas de una belleza que apenas podemos atisbar porque nosotros sólo vemos sus sombras pues vivimos en la oscuridad.
Lo anterior no quiere decir que la novela de Yoko Ogawa sea una historia para matemáticos. Ignoro si estas personas, con personalidades muchas veces enigmáticas y siempre desconcertantes la encontrarán superficial o básica, pues mi matemático preferido no la ha leído, pero para los simples mortales es una narración hermosa y aleccionadora.
La historia, como ya dijimos se centra en tres personajes. El profesor, que a raíz de un accidente sólo puede recordar hasta ocho horas de su pasado; una mujer de limpieza que es capaz de entender y apreciar esa belleza matemática, y su hijo de 10 años, bautizado Root (raíz cuadrada en inglés) por el profesor y aficionado rabioso al béisbol.
Todo ocurre en el Japón moderno, en una pequeña y humilde casa que es la residencia del protagonista, quien gusta de resolver enigmas matemáticos aparecidos en las revistas para aficionados. El profesor que día a día debe de ir reconstruyendo su pasado inmediato para no sentirse desorientado cada mañana al despertarse, debe auxiliarse de numerosas notas pegadas en su saco es, muchas veces sin proponérselo, el motor que conviete esta narración en una historia de amor, amistad y transmisión del conocimiento, y no sólo sobre matemáticas.
La novela causó un enorme furor por las matemáticas en Japón después de su aparición y lanzó a la fama internacional a su autora.
Resulta un texto escrito con suavidad, pero con una profundidad única, que invariablemente lleva al lector a cuestionarse: ¿qué nos estamos perdiendo al ser incapaces de apreciar la belleza de las matemáticas?
Ésta es pues, una propuesta única, de aquellas que pocas veces se ve. Aunque no sea una novela de alta literatura, bien podría convertirse en un texto de culto. En tanto usted le hinca el diente, este escribidor se lanzará a la caza de más títulos de la autora que confirma una vez más nuestro amor por la obra literaria del país del sol naciente. Sean ustedes servidos. ¡Oss!

Ogawa, Yoko, La fórmula preferida del profesor, 17 edición, Editorial Funambulista, España, 298 pp., 2014. Traducción de Yoshiko Sugiyama y Héctor Jiménez Ferrer. Colección: Literadura.

martes, 17 de mayo de 2016

Hablemos de la línea recta







“En un entorno donde en el arte moderno todo se vale, la línea recta es un remanso de orden en la pintura actual.”

Así comenzó la presentación de la exposición de Fernando Silva, titulada: Claustrum, el arduo tramado de a conciencia, presentada en el Centro Cultural de México Contemporáneo, ubicado en la calle de Leandro Valle, ahí atrasito de la Plaza de Santo Domingo, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

Si bien hay artistas como Friedensreich Hundertwasser (1928-2000) que consideran la línea recta como un crimen y una afrenta al arte moderno, la propuesta del autor mexicano es una alternativa valiente y convincente. Es el resultado de una urgente necesidad de expresar en su solución plástica una alternativa en un arte donde todo se vale.

Hay una insistente fascinación por las matemáticas y la geometría, en donde puede dilucidarse su contacto con otras corrientes como el arte concreto, la Bauhaus y el constructivismo, así como una influencia de Vasarely, Max Bill, Gerrit Rietvelt, Piet Mondrian, Joan Miró, Arnold Belking, Kandisky, Paul Klee, Carlos Mérida, Tatlin, Malevich, entre otros, y por qué no, por la historia y hasta la ciencia ficción.

El autor no se queda entonces en el trabajo meramente geométrico, también juega con la técnica y su resultado, de tal manera que sorprende al contemplador con algunas piezas que contienen otra connotación al convertirse en una imagen plasmada en dos dimensiones a una obra de tres dimensiones que puede ser apreciada gracias al uso de anteojos para tal efecto.

Dice la ficha de presentación: “En ese sentido, para la presente exposición, Fernando Silva invita al espectador a reflexionar sobre la conciencia y sus derivaciones… Es trascendental percatarse cómo obtenemos el saber o el conocimiento por observación y experiencia, y en qué medida, cómo y qué queremos comunicar” nos dice el autor plástico.

Adicionalmente y como parte de la misma muestra, el pintor muestra otra faceta, la de un testigo participativo de la problemática social, expresada a través de su obra. De esta manera y como complemento, en la sala adjunta se presenta la serie “Estado de Derecho”, que tiene como intención la de invitar al visitante a reflexionar sobre el deterioro del tejido social en que se desgarra el México actual, en donde la pobreza, la corrupción, el crimen organizado y el fascismo de Estado, así como la impunidad y la mediatización y la criminalización del ciudadano, son las estrategias del neoliberalismo de corte fascista que rige nuestro país y el resto del Latinoamérica.

Ésta es pues una muestra imprescindible para visitarse y que seguramente le dejará un buen sabor de boca. Adjunto al texto, incluimos una pequeña muestra de esta exposición pictórica, que se encuentra abierta al público en el Centro Cultural del México Contemporáneo, en Leandro Valle 20, en el Centro Histórico de la CDMX.

lunes, 9 de mayo de 2016

El discípulo de Gutenberg

Palabra de lector 22

Dice la Wikipedia que en la actualidad se conocen entre 47 y 49 de las primeras Biblias producidas por Gutenberg, de las cuales sólo 21 están completas.
La autora del libro, El discípulo de Gutenberg, afirma que son 48, de las 180 que se cree que se produjeron por primera vez en una imprenta de tipos móviles.
Estos primeros ejemplares --de lo que llegará a ser la gran industria editorial basada en la impresión del papel en una prensa-- alcanzan un valor de hasta 5.4 millones de dólares, como sucedió en 1987 cuando se subastó un viejo testamento producido en el taller del inventor de la imprenta.
Cuando nos referimos generalmente al invento de Johann Gensfleisch, mejor conocido como Gutenberg, suele pensarse que se trató simple y llanamente de un cambio en la manera de producir los libros. Antes, cada uno de ellos era una hermosa obra artesanal, producida a mano por los escribas medievales; pero a partir de 1455 sufren una violenta transformación revolucionaria con la imprenta que trajo la “masificación” de los libros, lo cual tuvo un impacto inmenso en plena Reforma de la iglesia y la caída de Constantinopla.
Tal vez los contemporáneos del inventor no alcanzaron a visualizar lo que significó la producción en serie de los libros, pero el tiempo lo demostró.
De eso trata precisamente la novela de Alix Christie, quien narra esta maravillosa aventura y las dificultades que ello implicó, así como las pasiones e intereses que se generaron alrededor de ello.
La obra está construida alrededor de uno de los personajes más importantes pero poco conocidos de esta gesta, Peter Schöeffer, joven escribano y aprendiz de Gutenberg, quien a la larga se convertiría en uno de los más grandes impresores del mundo, con una producción de casi trescientos títulos impresos bajo la firma de Fust & Schöeffer, incluido el Salterio de Maguncia de 1457, considerado por muchos el libro más bello jamás impreso.
La trama se ubica en la ciudad de Maguncia, a la ribera del Rin y uno de los puertos fluviales más importantes de Alemania. Y donde, en un entorno de intereses económicos enfrentados, entre los distintos gremios y la iglesia, se va creando poco a poco la maquinaria que culminará en una prensa que es capaz de imprimir letras moldeadas en metal, en una hoja de papel y que es el oficio del impresor.
El texto, no muy extenso, es una novela pasable; no es un trabajo hecho con maestría, pero al menos resulta entretenido y aleccionador en cuanto a la historia de este artefacto tan importante en la historia.
La autora, reconocida en gringolandia como una revelación de la novela histórica, demuestra sus limitaciones, pese a ser una experta en el arte de la tipografía, pues hay momentos en que le falta chispa y oficio; pero bueno, como ya dijimos, la novela es leíble y entretenida, más si usted, como este escribidor, es amante de los libros y sus formas.
El texto puede leerlo en un par de días, aprenderá algo sobre la historia de la imprenta y comprobará que no basta con sumar palabras y párrafos para ser un buen escritor. Póngale un 7.5 de calificación, pues el tema, creo, daba para más. Que se divierta.

Christie, Alix, El discípulo de Gutenberg, Roca Editores, México, 398 pp., 2015. Traducción de Julia Osuna Aguilar.

jueves, 28 de abril de 2016

La verdad sobre el caso Harry Quebert

Palabra de lector 21

Amor, locura y muerte. Tres elementos que bien combinados pueden ofrecer un excelente texto o un lamentable ejercicio pseudo literario.
La novela La verdad sobre el caso Harry Quebert es la segunda obra publicada por el escritor Joël Dicker. La anterior fue Los últimos días de nuestros padres, que narra una historia ubicada en la segunda guerra mundial y los servicios de inteligencia ingleses.
La obra sobre la cual nos referiremos está ubicada en dos tiempos: el verano de 1975 y el año 2008; trata sobre la literatura, los escritores, el amor, el crimen, la locura y la muerte.
En 1975, la desaparición de la adolescente Nora Kellergan sume a la pequeña población de Aurora, en New Hampshire, en un profundo caos y temor. Se generan decenas de teorías e ideas que no llevan a ningún lado. Cabe mencionar que esta joven se había relacionado con un escritor llamado Harry Quebert, quien se refugia en esa población para escribir lo que será su obra maestra.
Después de una búsqueda intensa, la joven no aparece y se le relaciona además con un asesinato. Treinta años después, uno de sus más adelantados alumnos busca al viejo escritor desesperadamente para que lo ayude en una de las crisis más terribles de cualquier dramaturgo, el “Síndrome de la hoja en blanco”.
Esta joven promesa de la literatura norteamericana, Marcus Goldman, quien debe entregar una nueva obra después de su primer éxito, acude a su maestro en busca de auxilio.
En ese periodo se hace un tétrico descubrimiento. El cadáver de la joven adolescente aparece en el jardín del viejo escritor y se desatan las pasiones, no sólo en Aurora sino también en sus alrededores.
Pero esto es sólo la punta del iceberg de la trama; el autor nos regala una verdadera obra maestra del género de la novela policiaca y mantiene totalmente desconcertados  a sus lectores, llevándolos por pistas falsas que parecen firmes hasta que sale un nuevo elemento que transforma totalmente las teorías que nos creamos en la cabeza.
Incluso el mismo final resulta realmente sorprendente y nos deja un agradable sabor de boca al saber que a veces, existe la justicia, en todas sus formas.
Esta novela de más de 650 páginas es descrita como un cruce entre la narrativa de Larson, Navokov y Philip Roth; fue galardonada con el Premio Goncourt des Lycéens, el Gran Premio de Novela de la Academia Francesa y el Premio Lire, a la mejor novela en lengua gala.
El autor nació en Suiza en 1985. Su primera novela fue publicada en 2014 y resultó ganadora en 2010 del Premio de los Escritores Ginebrinos. Desde su primera entrega, Joël Dicker ha sorprendido a este escribidor, pues su novela anterior también resultó una experiencia tonificante; lástima que sólo haya publicado dos de las seis novelas que ha escrito. Es pues La verdad sobre el caso Harry Queber un texto muy recomendable y no se arrepentirá de leerla, le aseguro que le encantará.

Dicker, Joël, La verdad sobre el caso Harry Quebert, Alfaguara, México, 665 pp., 2014. Traducción de Juan Carlos Durán Romero.

sábado, 23 de abril de 2016

El mundo de Hielo y fuego

Palabra de lector 20

 A horas de que inicie la sexta temporada de una de las series más populares en la TV de paga, El juego de tronos, traemos a nuestros seguidores un nuevo texto de George R. R. Martín, que no es el tan esperado sexto volumen de la saga ni tampoco El caballero de los siete reinos (Palabra de lector 2), sino un curioso texto construido como una historia general del mundo Poniente y los juegos de tronos. De hecho, su título completo es: El mundo de hielo y fuego, la historia no contada de Poniente y el juego de Tronos.
Se trata de un libro bellamente encuadernado y profusamente ilustrado y que está escrito como si fuera un viejo libro de historia, desempolvado de la biblioteca de Desembarco del Rey. Ésta es una primera edición y abarca desde la historia antigua, que arranca en la era del amanecer, el reinado de los dragones, a una genealogía de la dinastía Targaryen y su caída, deteniéndose en la rebelión de Roberth Baratheon, pues a partir de ahí se supone que la historia es contada en la serie conocida como El juego de tronos (que en realidad se llama la Canción de hielo y fuego, y los nombres de Juego de tronos, Choque de reyes, etcétera se refiere al título de cada volumen).
En su segunda parte se hace un recuento de la historia particular de cada uno de los siete reinos, comenzando con el norte y terminando con el reino de Dorne, para finalmente concluir con un apartado titulado “Más allá de los siete reinos”, que incluye las ciudades libres, las islas del verano, Pentos y Braavos, entre otras.
También incluye cuatro apéndices, tres de ellos dedicados a las genealogías de los Targaryen, los Stark y los Lannister, y un cuarto con una línea del tiempo sobre el reinado de los Targaryen.
Aunque es un libro para verdaderos fanáticos, no está de más para quienes tengan la curiosidad de saber qué pasó antes de la Canción de hielo y fuego, puesto que tanto en los libros como en la serie constantemente se hacen referencias a ese pasado, el cual se encuentra documentado en este hermoso volumen. Y sí, si usted lee con cuidado, hay en algún momento algunas referencias al caballero de los siete reinos, ser Duncan el Alto, cuyas aventuras se contarán en la serie del caballero de los siete reinos.
La verdad es un libro entretenido y un buen ejercicio para la memoria por la cantidad de personajes que aquí aparecen; eso que sólo se habla de los principales señores y no de la enorme cantidad de caballeros y abanderados que aparecen y desaparecen en todos los libros de esta saga.
Así que, si usted es fanático de esta obra de George R. R. Martín, no se enoje con él y no sea desesperado; todo llegará en su momento, incluso Los Otros. Que se divierta.

Martín, George R. R., Elio García y Linda Antonsson, El mundo de hielo y fuego, la historia no contada de Poniente y el juego de tronos, Grijalbo, China, 324 pp., 2015. Traducción de Jofre Homedes.

jueves, 14 de abril de 2016

La hija de la casa Baenre

Palabra de lector 19
Liriel, la elfa oscura

Timunmas es una editorial única, cuya característica principal es la edición de libros de ciencia ficción, horror y fantasía… fantasía épica para ser mas exactos.
Desde la edición de la saga de la Dragón Lance, que abarca más de 80 títulos de diferentes autores, la empresa se convirtió en la referencia obligada para todo aquel que le gustara este subgénero literario de habla inglesa.
Entre sus principales colecciones están --además de la ya nombrada--, la fabulosa historia de La rueda del tiempo, de Robert Jordan, Warhammer, La espada de la verdad y la colección de Los reinos olvidados, por sólo nombrar a algunas.
Precisamente dentro de esta última colección hay una obra que está enloqueciendo a los fans. Nos referimos a la saga de El Elfo oscuro, que suma más de veinte volúmenes, escritos por R. A. Salvatore y que no es más que la historia de un elfo oscuro que proviene de las profundidades de la tierra donde se desarrolla una sociedad basada en la oscuridad y el mal, cuyo odio a los seres de la superficie es absoluto.
Sin embargo, no hablaremos de la enorme biblioteca de las aventuras de Drizzt Do Urden, nuestro elfo de las antípodas, sino de otro personaje.
Como es muy común en las series de esta editorial, otros escritores toman la idea, los personajes, los ambientes o las anécdotas de las novelas principales para construir historias paralelas, marginales o complementarias a sus fuentes de inspiración. Éste es el caso de Elaine Cunningham, quien tomando el ambiente sobre el que se construyó la historia del elfo oscuro, nos cuenta la historia de una elfa de la misma ciudad subterránea en la serie de tres libros llamada Liriel, la elfa oscura.
El primer volumen titulado “La hija de la casa Baenre” narra las primeras peripecias de este divertido personaje que tiene los mismos defectos que Drizzt, a los ojos de quienes la rodean.
Así, ubicada después de la guerra con los enanos (que se cuenta en la serie del elfo oscuro Las espadas del cazador), los drows, la raza a la que pertenece nuestra heroína, se encuentran diezmados y desmoralizados. De ahí que su diosa, la Reina araña declare una tregua entre las diferentes casas que conforman la ciudad de Menzoberranzan. Sin embargo, las intrigas entre las sacerdotisas y sus respectivas familias no se detienen.
Nuestra heroína, amante de las aventuras y poco disciplinada encuentra la forma de llevar la magia de las profundidades a la superficie, y eso desata terribles ambiciones que incluso pueden destruir la frágil paz que priva en la ciudad de los elfos oscuros.
La novela, como la inmensa mayoría de los títulos de esta editorial, está escrita siguiendo los cánones de la literatura de consumo norteamericana: capítulos breves y en cada determinado número de párrafos hay una escena de acción, que hace las delicias de los lectores de espíritu aventurero y que no se conforman con las melosas historias actuales.
Definitivamente no espere una lectura seria; no son textos para reflexiones intelectuales sino un divertimento que nos transporta a nuestra adolescencia y que hay que disfrutar con cierta ligereza.
También hay que tomar en cuenta que muchos de estos textos comenzaron a escribirse a fines del siglo pasado (el libro que nos ocupa se publicó en 1995)  y no entraron en la vorágine de la película-saga-serie de TV, aunque desde hace muchos años se especula sobre llevar a la pantalla al elfo oscuro y la saga de la Dragón Lance.
Algo que sí hay que reclamar es la falta de seriedad de Timunmas y que causó muchas molestias entre los seguidores de los distintos héroes, pues muchas series de novelas no se concluyeron, no se tradujeron o de plano no se publicaron. Éste es uno de esos casos. Los tomos II y III no se tradujeron al español y sólo se pueden conseguir en inglés (Tangleb Webs y Wind Walker).
En fin, así pasa a veces, pero en todo caso, disfrutará de un rato agradable, mejor que con las numerosas sagas de vampiros delicaditos. Que lo disfrute.

Cunningham, Elaine, La hija de la casa Baenre, Timunmas, España, 334 p., 2004. Colección: Reinos olvidados, serie: Liriel la elfa oscura, libro 1.


miércoles, 9 de marzo de 2016

Los Mayas, voces de piedra

Palabra de lector 18

En la entrega anterior hablábamos de la utópica República de las Letras, del mundo de la literatura nacional. Hay cosas peores. Una de ellas es la enorme mafia de la divulgación de la ciencia y la tecnología.

Amén de la vieja lucha entre científicos enquistados en el mundo académico y comunicadores –auto denominados periodistas científicos, divulgadores de la ciencia y no sé qué más títulos nobiliarios– sobre quién merece detentar la patente de Corso, ambas facciones tienen algo en común: las dos están de acuerdo en que los únicos “calificados” para realizar esta labor son aquellos que están calcificados en las instituciones académicas y desde ahí tiran línea de quién, cómo y cuándo merecen montarse en la tarea de transmitir el conocimiento científico a las masas de ignorantes. Pocos, pero muy pocos asumen una posición didáctica y pedagógica para hacer accesible la ciencia y la tecnología a los lectores comunes y corrientes.
Así, mientras la inmensa mayoría habla a sus pares, para los iniciados y/o las comunidades académicas, tanto la ciencia como la tecnología siguen siendo un misterio por la inmensa mayoría de la población, simple y llanamente porque es aburrida e incomprensible, por más congresos chafas se celebren y se creen o renueven asociaciones de todo tipo. Siguen siendo una mafia de… para decirlo suavemente, mamones elitistas.

A qué viene todo esto, pues a un ejemplo más de esta problemática que se refleja en el libro: Los Mayas, voces de piedra. Cuando este escribidor supo de su existencia ya era demasiado tarde (2011). El volumen de marras estaba agotado, por lo que descubrirlo en una librería resultó el mejor regalo navideño que pudimos haber tenido el fin de año anterior.

El volumen es el sueño de cualquier amante de la cultura Maya del periodo clásico, pues reúne las investigaciones más recientes sobre prácticamente todos los tópicos que en la actualidad se abordan en la investigación sobre esta cultura. Además es un libro hermoso, bellamente ilustrado y conformado por una importante cantidad de artículos que hacen que el libro pueda leerse no sólo de principio a fin, sino también de acuerdo a los intereses particulares del lector, saltando de un tema a otro.

Hay desde el infaltable artículo sobre su ubicación en el tiempo y el espacio geográfico, hasta un amplio trabajo sobre la guerra y la estructura social de la civilización maya.
Cuando uno revisa el índice es de hacerse notar que ahí se encuentra la crema y nata de la investigación prehispánica de dicha cultura. Así, Ana Luisa Izquierdo y de la Cueva (órales) nos dispara la introducción titulada: “la identidad maya”; Alfonso Lacadena García-Gallo nos refiere a la “Lengua y literatura mayas jeroglíficas”; Erik Velásquez García, Jesús Galindo Trejo y el famoso Stanislaw Iwaniszewski nos hablan de “La astronomía”; Hugo García Capistrán paso revista sobre “armas y ataduras: guerreros y cautivos”, y para que no nos quedemos con las ganas, el mismísimo David Stuart nos regala un prólogo infaltable.

Como ya dijimos, es un libro hermoso y harto interesante, pues nos coloca en la punta de lanza de lo más actual en el conocimiento y la investigación histórica, lingüística, epigráfica, arqueológica y antropológica de estos habitantes del sureste mexicano, Guatemala, Honduras y Belice.

Sin embargo, hay un pequeño “pero”. Muchos de estos autores no saben divulgar sus conocimientos, escribieron textos para sus iguales, para expertos, para lectores que tienen una formación similar a la suya y son profundos conocedores de la Mesoamérica prehispánica, o cultos lectores de temas afines. La inmensa mayoría parte de demasiados supuestos, no sólo del panteón maya sino del conocimientos de conceptos en maya, de nombres de señores y lugares también en el mismo idioma, como si el lector fuera asiduo lector de la Jornada en maya. Incluso el discurso llega a ser tan enredado que hay un artículo que este lector tuvo que leer con mucho cuidado tres veces, de lo enredado que estaba el texto y eso que este escribidor es estudioso del tema.

Repetimos, es un libro increíble, pero pudo ser infinitamente mejor si los autores tuvieran una pizca de capacidades como divulgadores. Recordarán que no todos los lectores entienden el maya y muchos ni siquiera saben cómo se divide la datación mesoamericana, por poner un par de ejemplos. Había momentos en que daba la impresión de estar leyendo la revista Arqueología mexicana, publicación que sufre de los mismos males.

De cualquier forma es un libro que vale la pena, principalmente la última parte que aborda el tan cacareado colapso maya y que debería ser un texto obligatorio para todos los seguidores de las teorías new age; a ver si así dejan de decir tantas pendejadas.

Cuando lo lea, no desespere, tenga compasión de estos pobres científicos, no saben cómo llegar al público común y corriente, para mostrarles su sapiencia. Y eso sí, hay que decirlo, todos ellos son los más chingones en lo que hacen, más no cómo lo divulgan. Que lo disfruten.

Los mayas, voces de piedra, 2da. Edición, Turner, Ambar diseño, UNAM, Madrid, 515 pp., 2015.


viernes, 26 de febrero de 2016

Las caricaturas me hacen llorar

Palabra de lector 17

¡Ah! La hermosa república de las letras. El sueño de intercambiar información entre humanistas y científicos de muy diversos lugares del mundo, el cual iniciara en el siglo XV y que en nuestro siglo Octavio Paz, por poner un solo ejemplo, deseara para la literatura nacional, como un vasto territorio lleno de hermosos pastos, bucólicos bosques, paradisiacos remansos de paz donde los creadores de las muy distintas corrientes literarias, los poetas y sus críticos pudieran vivir en santa armonía… lo que es lo mismo: simple y llanamente un sueño Guajiro.

La llamada república de las letras es un basto territorio salpicado de parches de todo tipo, feos, apestosos, truculentos, pútridos, siniestros, oscuros, donde cada uno es el territorio de señores feudales en el mejor de los casos o de bandas de verdaderos sicarios en el peor, donde se reúnen escritores y aspirantes a tales, en torno a una corriente, sub corrientes, sub sub corrientes, amiguismos, compadrazgos o cualquier cosa que los identifique con el  zoológico de los integrantes de dicha nación.

Es el lugar donde se despedaza alegremente al vecino, al “amigo”, al enemigo y al que se ponga al tiro y que no comulgue con las consignas del grupo. Hay territorios con enormes bandas, las hay más pequeñas y hasta se da el caso de feudos de un solo hombre. Eso sí, debemos decir a su favor que hay algo que los une e iguala: el exitoso tesón que mantienen por evitar que cualquier advenedizo se atreva siquiera a pensar en integrarse a tan reputada comunidad.

¿Hablé del lector? ¿No? ¡Avísenme! Sí, el lector, ese ente inmaculado, inocente e intangible al cual se le invoca bajo cualquier pretexto pero que en realidad les tiene sin cuidado, pero que resulta muy útil para iniciar sus legendarias guerras fratricidas. Aquí nadie se salva, se apellide Paz, Monsiváis, Nájera, Fuentes o Pérez. Nunca ave alguna sale inmaculada de ese pantano, ni saldrá.

Un ejemplo de lo anterior es el libro “Las caricaturas me hacen llorar”, del escritor mexicano, Enrique Serna.  Se trata de una selección de crónicas y ensayos en los que el autor de “El seductor de la Patria” y “La doble vida de Jesús” (ambas excelentes muestras de su capacidad literaria), hace tabla rasa de tirios y troyanos. Textos que no dejan títere sin cabeza, en ese deporte tan mexicano donde no se puede pretender ser intelectual si no le desagrada todo lo que lee (excepto lo que hacen los cuates). Bueno, hay que aclarar, sí hay títeres deja con cabeza y hasta los coloca en un pedestal, por supuesto, sus cuates y me imagino también miembros de la misma mafia, digo, del mismo feudo.

El autor, como miembro de esa república utópica, a veces es divertido y entretenido para las demandas de un lector común y corriente; podríamos decir que en algunos casos hasta de guía podrían servir algunos pocos textos, pero en general hace uso de lo que critica y critica a lo largo de esta recopilación, esa necesidad irrefrenable del intelectualismo de los escritores “consagrados” de este país. Comete el pecado capital de escribir para sus iguales, de su misma hueste o el enemigo, y el lector común, nos quedamos como el chinito, no´más milando.

Efectivamente, como dice en la contraportada, tiene “el afán por observar la vida cultural y política más allá de las apariencias, despierta una mezcla de sentimientos que van de la irrisión a la náusea y de la perplejidad a la mueca burlona” Eso sí, el autor jamás pierde el estilo. Su prosa mantiene ese humor tan ácido que hace popular al escritor, tan cínico al mostrar las vergüenzas de un oficio que, en nuestro país, se basa en los conectes y el feudo al que se pertenece para aspirar a llevarse un poco de fama a su cubil.

El libro está dividido en dos partes, Risas y desvíos, que agrupa a una serie de reflexiones humorísticas sobre temas como la ternura, el machismo, la moral y el racismo; y Ruta crítica, que destapa lo que verdaderamente piensa el autor sobres sus pares que, en fin, es un pan amargo y duro que ellos deberán deglutir.

Al final del texto, la sensación que dejó en este escribidor, es que la tal república apesta. Que todos tienen colas enormes y lo que menos les interesa es el lector. Bueno, sí les interesa un tipo de estos leedores, al que el autor llama “el lector disciplinado y creativo”, ese lector preparado que, curiosamente, está conformado por ellos mismos, los profesionales de las letras, los académicos, los habitantes de este mundo feudal, donde el que tiene más contactos, traga más pinole.

Serna, Enrique, Las caricaturas me hacen llorar, Editorial Terracota, México, 2012, 329 pp.

martes, 9 de febrero de 2016

Número cero

Foto: Eduardo.
Palabra de lector 16

Periódicos y periodistas; el mundo de la información cotidiana que moldea la idea que el lector, el ciudadano común y corriente, tienen de la realidad y cuya visión es modificada a través de estos medios de acuerdo a los intereses de quienes tienen el poder, cualquier poder.
Los medios –y no quiero entrometerme en las teorías sobre la comunicación– son un arma importantísima para, a gusto del cliente, moldear la opinión pública y, al mismo tiempo, erigirse en un poderoso aparato en contra de los enemigos, sean quienes sean.
Los periódicos destruyen carreras, elevan a la gloria, desvían la atención, se enfocan en diversos temas, importantes o banales, según sea el viento que sople y, sus lectores, pasivamente tragan todo lo que se les ofrece sin rechistar.
Así son, ya sea en Roma, París, Moscú, Buenos Aires, Chicago o México. Los periódicos y sus periodistas son una media, un estereotipo con mayor o menor vergüenza, con ética o sin ella, dispuestos a llegar a la verdad, o en muchos casos, vendiendo su pluma al mejor postor.
En una entretenida trama, Umberto Eco nos envuelve en todos los vericuetos y el zoológico periodístico. En pocas líneas nos pinta una lección de lo que es hoy el periodismo. Con unos cuantos trazos nos muestra al típico reportero en quien el lector se identifica o descubre a su periodista favorito; en fin, es un manual de comunicación totalmente actual.
La trama de Número Cero, la última novela de este intelectual italiano, desnuda los intereses de quienes crean medios impresos con la única intención de ser parte del poder, del verdadero poder.
Si bien tiene aspectos de tipo policiaco y hasta una conjura histórica que confluirán al final de la trama, lo más interesante es la descripción de los tejemanejes que están debajo o detrás de una sala de redacción. Quienes hemos participado en estos espacios, sabemos que es así, obviamente entendiendo que una es ficción y lo otro es la realidad de cómo masca la iguana.La intención del escritor es que el lector sea capaz de ver entre líneas, que pueda deducir lo que se encuentra detrás, de quién mueve los hilos de la información, cuáles son sus intenciones, hacia dónde va. Porque de eso, señores, se trata el periodismo actual; no hay espacio para la verdad pero sí para los intereses, sean los que sean, que se ocultan detrás de un titular o de una nota.
El escenario de la trama es el diario Domani, ubicado en la ciudad de Milán, un proyecto condenado desde su concepción o, más bien diseñado para nunca pasar de los números cero, como un amague de “descontón” callejero.
Como muchos otros, el diario no repara en el límite que separa la verdad de la mentira, pues se trata de chantajear como sea a las altas esferas del poder.
Escrito en forma de bitácora, el libro adquiere interés en la medida de que se avanza, demostrando que Eco es un escritor de gran nivel y uno le queda agradecido por la entrega. Sin embargo, este lector debe advertir que el final carece de la fuerza que mantiene la novela; como que el autor decidió una salida fácil sin complicaciones, que le evitara tal vez escribir otras treinta o cuarenta cuartillas adicionales. Sin embargo, este detalle es una percepción estrictamente personal, es peccata minuta en relación al resto del libro.

Eco, Umberto, Número Cero, Editorial Lumen, México, 218 pp., 2015. Traducción de Helena Lozano Miralles. Colección Narrativa.


sábado, 16 de enero de 2016

Perros e hijos de perra

Foto: Elena Ariadna Cantarell.
Palabra de lector 15

Perros. Los hay para todos los gustos y todos los disgustos. Perros de compañía, de trabajo, de vigilancia, de caza, de rescate, de raza y sin alcurnia. Chicos, grandes, mansos, agresivos, violentos, feos, bonitos, tiernos, usted escoja.
Desde pequeño, he convivido con estos amigos de cuatro patas, desde aquel mítico Rommel, en la casa donde nací, en Campeche, hasta la Zazil y el Kin o tontín, este último un Golden Retriever que viene a sumar la cuarta generación de la raza en nuestra famila.
No creo conocer a nadie que en algún momento de su vida no haya tenido de una u otra manera contacto con algún canino, para bien o para mal. Eso, sin hablar de los muchos perros famosos en la historia y la literatura. De momento se me ocurren varios: Sirio, el de la novela de Olaf Stapledon; el buen Argos, compañero de Odiseo; el can Cerbero, el de las tres cabezas, que vigilaba la entrada del Hades y que era fácilmente amansado con música o un poco de pan con miel; la perrita Laika, quien fuera el primer ser vivo terrestre en girar alrededor de la tierra, en una nave espacial… por sólo hablar de algunos pocos.Pero también están los otros, los hijos de perra. De esos también hay muchos y yo conozco a varios que hasta con orgullo llevan la medalla: unos verdaderos hijos de perra, con el perdón y el respeto que nos merecen los peludos que no tienen ninguna culpa.
Así pues, los perros son y han sido parte de muchas historias, y nunca falta que alguien cuente una cuando se toca el tema de estos ladradores.
De esta manera, Arturo Pérez-Reverte aborda el tema en el libro: Perros e hijos de perra, que no es más que una recopilación de comentarios pubicados en diferentes momentos y donde el personaje principal o parte de la trama está a cargo de alguno de estos compañeros fieles. Como dice el autor: “nunca conocí entre los seres humanos, como en los cinco perros que hasta hoy pasaron por mi vida, un amor tan desinteresado y tan leal. Tan conmovedoramente fiel”.
El texto agrupa 22 relatos, la inmensa mayoría, breves artículos piublicados entre 1993 y 2014. Algunos de los textos están dedicados a episodios perrunos concretos, donde ellos son los protagonistas; otros están enfocados a diferentes asuntos y participan como personajes secundarios, pero en todos ellos hay un punto en común, tan caro para el escritor: la mirada que los perros dejan en sus amos y compañeros de vida.
Éstas son pues historias de todo tipo y que sólo quienes conocen a estos animales podrán valorar su peso emocional y apreciar su significado.
Baste sólo mencionar un pequeño ejemplo como la historia del Fila brasileño Tanis el semielfo, famoso por su fiereza (Tanthalas en el lenguaje de los elfos). La historia deriva en que fiel a su fama, el Tanis es un sicario, un perro asesino o al menos así lo describían los amigos y vecinos de su dueña. El perro pasea con su dueña por el parque y de repente es testigo del ataque de un pastor alemán, sin razón, hacia un pequeño niño.
En un instante, el Fila sale disparado sobre la hierba y todo mundo cree que se sumará a la matanza, pero no, el gigante va contra el pastor, desencadenado una sangrienta batalla. Hasta ahí lo dejamos.
Quizá lo más importante del libro no son las muchas anécdotas que lo conforman, sino la importancia que este famoso escritor le da a la adquisición de la conciencia y responsabilidad que significa tener una mascota, sea perro, gato, serpiente, grillo o lo que sea. Y sobre el enorme daño que hacemos cada vez que actuamos como verdaderos hijos de perra y abandonamos o sacrificamos ese hermoso regalo que los niños pidieron para navidad o día de Reyes y que a los pocos meses se ha convertido en un enorme dolor de cabeza, demandador de tiempo y atención.
Porque los perros en particular y las mascotas en general, requieren de cuidados, atención, cariño, espacio y muchas cosas más. Porque no son juguetes que una vez que nos cansan los echamos a la basura o los abandonamos en algún bosque o carretera, con la esperanza de que muera pronto o lo mate algún camión o automóvil.
No se trata de ir y dejarlo “encargado” cuando nos estorba o sólo quererlo cuando nos lo chulean en la calle, y a la vuelta de la esquina dejarlo amarrado bajo el sol o golpearlo porque con la cola rompió el valioso muñeco de porcelana, made in La Lagunilla que perteneció a la tía Queta.
No. Los perros son mucho más que eso y si no lo entiende, hágase y háganos un favor, de verdad: ¡No lo compre!

Pérez-Reverte, Arturo, Perros e hijos de perra, Alfaguara, 5ta. Edición, España, 256 pp., 2015.


lunes, 11 de enero de 2016

Iheronimus Bosch

Palabra de lector 14
El Bosco

En 2016 se celebrarán 500 años de la muerte del pintor neerlandés Iheronimus Bosch, mejor conocido como El Bosco, quien vivió en las postrimerías de la Baja Edad Media y el inicio del renacimiento europeo.
Bosch es conocido por sus imágenes fantásticas, de seres imposibles, plasmados en cada uno de sus cuadro, elaborados sobre tablas que, en su gran mayoría, son conjuntos de trípticos casi todos de carácter religioso y fabricados por encargo de la alta nobleza europea.
Entre sus piezas más conocidas y de las cuales en realidad han sobrevivido pocas --20 tablas y ocho dibujos-- destacan: Las tentaciones de San Antonio, El Jardín de las delicias y El juicio final. Media docena de obras sobre tablas y un número similar de dibujos se atribuyen a colaboradores de su taller. Existe la tentación de reducir aún más su trabajo e incluso podrían dividirse entre la obra de El Bosco y la de un “discípulo principal”.

Sus cuadros fueron considerados innovadores, de contenido moral y religioso, expresados de forma satírica y poblados de una enorme cantidad de figuras grotescas, las cuales tuvieron gran influencia en los pintores de su tiempo al norte de los Alpes, como fue el caso de Alberto Durero y Bruegel el viejo.
El Bosco era pues, un pintor de imágenes oníricas, tanto de sueños como de pesadillas, tal y como lo definiría Durero.
Muchos especialistas ven en este pintor la imagen de un autor fuera de la ley, vanguardista, hereje o miembro de una sociedad secreta. Pero en la actualidad, todas estas especulaciones no pueden más que calificarse como erróneas, pues ni en las obras ni en el entorno social del artista ni entre sus clientes, se encuentran cátaros, miembros de la Rosacruz o alquimistas.
Tampoco fue un artista sin recursos materiales. No sólo contaba con una cierta fortuna, sino que además, al casarse, se hizo de una gran dote por parte de su esposa, que lo colocó entre la élite de su ciudad, Boulduque.
El Bosco era un artista erudito: su arte es doctrina humanística de corte cristiano. Esto queda evidente en su conocimiento diferenciado de la materia bíblica y  de la vida de los santos, a los cuales presenta no tanto como patronos tradicionales sino más bien como modelos, demostrando así estar artística e intelectualmente a la altura del discurso prereformista. En las imágenes de estos personajes, como el caso del tríptico  Los ermitaños, no se aprecia una piedad “supersticiosa” sino la inspiración en una moralidad cristiana, culta y erudita.
Su obra también es rica en simbolismos medievales, principalmente sobre la fauna y la flora; un conocimiento que le permitió espiritualizar sus temas iconográficos al utilizar y combinar los detalles de tal modo que consiguió  innovaciones iconográficas únicas.
El tríptico es la forma dominante en la obra de El Bosco. De las 20 obras que creó, nueve son trípticos y al menos otras cuatro son fragmentos de retablos.
El libro “Iheronimus Bosch, la obra completa”, escrito por Stefan Fischer y editado por la excelente editorial Taschen, pasa revista a cada una de las obras de este importante artista.
El valor del libro no está solamente en el excelente trabajo y erudición histórica, ni en la detallada y profusa descripción de los elementos de cada tabla, sino también en la impecable impresión de cada una de las imágenes que acompañan el texto. Es más, la parte dedicada al Jardín de las delicias, se lleva las palmas pues se trata de una impresión tamaño cartel, que permite observar con mucha claridad, cada uno de los cinco elementos que conforman el tríptico (las dos tapas exteriores y el propiamente tríptico interior).
Además, el autor suele llamar la atención del lector, destacando detalles importantes de casi todas las tablas, ofreciendo ampliaciones de parte de las mismas.
Realmente se trata de un libro excelente y que resulta imprescindible para los amantes del arte y admiradores de Jerónimo Bosch, ya que el texto es accesible y escrito con agilidad, pese a ser un libro sobre arte. La verdad, muy recomendable.
Por último y si se preguntan cuál me gusta más, este tecleador, además de las ya mencionadas tablas, se queda con La nave de los locos. Que lo disfruten.

Fischer, Stefan, Iheronimus Bosch, La obra completa, Taschen, Italia, 300 pp., 2014. Traducción de José María García Pelegrín.

jueves, 7 de enero de 2016

La nave del millón de años.

Foto: Elena Ariadna Cantarell
Palabra de lector 13

La inmortalidad. El sueño de muchos a lo largo de la historia y el peor de los infiernos, para otros.
La idea de vencer a la muerte es uno de los deseos más caros de los humano. Miles de ideas y propuestas se han puesto en práctica buscando dicho fin y la literatura no es inmunea ello, pues se han escrito cualquier cantidad de obras con ese tema. Tan sólo un pequeño botón de muestra: Tú, el inmortal, de Roger Zelazny (premio Hugo en 1966); El retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde; El curandero, de Paul Wilson; Drácula, de Bram Stoken y toda la cauda de obras sobre vampiros; el cuento: El Inmortal, de Jorge Luis Borges, que podría llevarnos a los cientos de relatos de ciencia ficción escritos con ese enfoque; Orlando, de Virginia Wolf; El hombre del Bicentenario, del infaltable Isaac Asimov, y Las intermitencias de la muerte, de José Saramago. En fin, son de las que de momento este escribidor recuerda, eso sin tomar en  cuenta leyendas, mitos y referencias cruzadas o marginales incrustadas a lo largo de la historia de la literatura. Pues si sólo tocáramos el asunto del judío errante, por ejemplo, no acabaríamos este texto.
¿Qué hacer, cómo vivir en un mundo que se desmorona entre los dedos de quien es incapaz de morir, de envejecer… para quien el amor, los afectos, las personas y las cosas son sólo parte de un suspiro, de un sueño? ¿Cómo sobrevivir en mundos donde, después de ciertos años, la gente comienza a sospechar de ese ser que nunca envejece, que no se enferma? ¿Cuántos hay de ellos? Y si los hay ¿dónde se esconden?
En fin, las conjeturas y las problemáticas son infinitas y complejas; no es un tema sencillo, no sólo se trata de ir caminando en la senda del tiempo, viendo pasar la vida. Hay mil y un detalles, sucesos, situaciones que pueden trastocar a este ser, porque si bien no muere sí se le puede matar, o perder la vida en un accidente, en un viaje, en alguna circunstancia fortuita.
Éste es el tema principal de la novela que hoy nos ocupa: La nave de un millón de años, del maestro Poul Anderson, editada en la colección Zeta ciencia ficción, en su serie Nova.
Poul Anderson (1926-2001) es considerado uno de los principales exponentes de la ciencia ficción dura y también fue parte del grupo de escritores de la llamada edad dorada de la SciFi, encabezada por John W. Campbell. Aunque es reconocido por su labor como creador de obras de este subgénero de la literatura, es el autor de una importante y excelente novela de fantasía: La espada rota. Entre sus principales relatos y novelas se encuentran: Los niños del mañana, La onda cerebral, El crepúsculo del mundo, Los corredores del tiempo, Tau Cero y la novela que hoy nos ocupa.
La obra se ubica en muy diversos periodos, desde las primitivas tribus escandinavas, la Grecia clásica, pasando por el Japón Imperial, la Francia de Richelieu, la norteamérica de la conquista y aniquilación de sus habitantes nativos,  la Segunda guerra mundial y la era de la posguerra hasta… la inmortalidad.
El lector no debe esperar una obra de corte épico, tan del gusto del lector norteamericano, sino un trabajo más reflexivo sobre las implicaciones que podría tener la carga de la inmortalidad a lo largo de la historia y las opciones de los posibles futuros para quienes tienen ese don o maldición, según se vea.
Es un libro interesante y será del agrado de quienes gustamos de este subgénero literario. Si bien no es un libro para quienes apenas exploran las posibilidades de la literatura fantástica, pues para eso hay otros textos más accesibles, no es, de ninguna manera, una obra escrita por un advenedizo, ni un texto facilón creado con la idea de generar un best seller, pues no hay que olvidar que el autor tuvo una formación científica y como la buena ciencia ficción, hay que tener una cierta cultura científica básica para poder deleitarse con este tipo de obras. Algo similar a lo que sucede en la fantasía hecha con seriedad.
Si bien es cierto que el libro trata sobre la inmortalidad, no se puede dejar de lado que, a fin de cuentas, también se trata del tema del viaje en el tiempo, tan caro para este escribidor. Ojalá se animen y le hinquen el diente a esta enorme novela de la SciFi. Que la disfruten.


 Anderson, Poul, La nave de un millón de años, Ediciones B, España, 726 pp, 2009. Traducción deCarlos Gardini. Colección Zeta Ciencia Ficción, serie Nova, número 47.